Según la Policía, el Español ejercía el rol de jíbaro en el barrio Simón Bolívar, específicamente en la cancha del colegio Salazar y Herrera. De igual manera, en conjunto con varios integrantes, se había apoderado de la casa de una de sus víctimas, la cual era utilizada como plaza de vicio, lugar de reunión, al igual que de domicilio.