Santiago Echeverri Ortiz tenía 23 años de edad al momento de su desaparición. Por su parte, Santiago Pérez Villa contaba con 21 años. Vivían en el Barrio Obrero de Bello. El 27 de julio de 2015, en horas de la noche, quedaron de encontrarse en una pesebrera, una de las que tenían alquiladas, impulsados por su amor a los caballos.
Sus familiares aseguran que eran estudiantes universitarios, sin vínculos con grupos armados ilegales, ni combos, ni pandillas. Tampoco vendían drogas ni tenían amigos delincuentes, nada de eso.
A eso de las nueve de la noche de ese día salieron de la pesebrera a bordo de un vehículo Mazda 323. Fueron a buscar algo para comer: un perro, una hamburguesa, unas mandingas. Era lo que les gustaba. Luego cada uno regresaría a su casa. Pero no los dejaron.
“Santiago desapareció con su amigo el 27 de julio de 2015 en el barrio San José Obrero. Pedimos a las autoridades colombianas, al Estado que por favor haga justicia. Sabemos perfectamente quiénes fueron los autores intelectuales y materiales de este vil hecho”. El relato es de Norma Ortiz, mamá de Santiago Echeverry Ortiz.
Tema relacionado: Aún no hay justicia en el crimen de lesa humanidad contra los Santiagos de Bello
De ellos no se volvió a saber nada. Los buscaron en hospitales, calabozos, Medicina Legal, en cementerios. El carro apareció un mes y medio después en Sabaneta.
Días después llegó, vía rumor, información sobre lo que habría ocurrido. Alias Sebitas o alias el Japonés habría ordenado sus muertes. Este era el líder de la banda Playa Rica. En el hecho estuvieron involucrados alias Mara, alias Pitola, alias Orejas, alias Malano y alias Galán.
Alias Sebitas quería ser jefe y se le ocurrió que asesinando a los Santiagos obtendría el poder. Pero no fue así. A los pocos meses lo asesinaron en Rionegro. También, en extrañas circunstancias, fueron baleados alias Pitola, alias Galán y alias Orejas.
De alias Mara y alias Malano no se sabe nada, están desaparecidos, tal vez ocultos o muertos, porque la dinámica criminal en este caso ha demostrado que los que tuvieron algo que ver fueron asesinados.
“Pedimos a las personas que estuvieron involucradas, a los pocos que quedan, que por favor tengan misericordia. Ya hicieron un daño muy grande, que nos digan dónde están y qué hicieron con los muchachos. Al Estado colombiano le exigimos que, sabiendo que tienen tanto conocimiento, pleno conocimiento de quiénes estuvieron involucrados, que por favor hagan justicia. Les exigimos a las autoridades que hagan algo sobre este caso, no entendemos por qué la ausencia del Estado frente a este hecho”, agregó doña Norma.
También puede leer: Norma Ortiz lleva cuatro años buscando a su hijo desaparecido en Bello, Antioquia
La desaparición forzada es utilizada por las estructuras criminales como una herramienta de poder. En Bello, en el año 2018, según las autoridades, desaparecieron entre 60 y 66 personas. La misma cifra se registró en 2019. Para este año 2020, hasta febrero se habían registrado 22 casos de desapariciones forzadas en ese municipio del norte del Valle de Aburrá.
En el caso de los Santiagos, se tiene que desde hace cinco años la Fiscalía no avanza. Su investigación se quedó estancada en los anaqueles del búnker, folios encarpetados y metidos en cajas que se van haciendo viejos. Cada cierto tiempo se cambia de investigador para poder usar esa estrategia como justificación ante el nulo avance del caso.
La ONG Corpades y Análisis Urbano exige al Estado, a la Fiscalía, que no cese en la investigación. Que resuelva el caso, porque es su labor. Dos familias aguardan noticias sobre lo ocurrido, siguen cada año, cada mes, cada día esperando información de sus seres queridos, para abrazarlos o para darles cristiana sepultura. La peor parte de la vida es esperar. Hagan su trabajo, por favor.
