Tegucigalpa, 22 de diciembre de 2021 – El trabajo infantil en Honduras evidencia la falta de políticas públicas contra un fenómeno invisibilizado, que previo a la pandemia atrapaba a más de 400.000 niños en la nación, y cuya magnitud el país pretende conocer en 2022 cuando lleve a cabo la primera encuesta sobre esa lacra.
Así lo dijo este miércoles a Efe el coordinador Nacional de Incidencia de la ONG internacional de asistencia humanitaria World Vision en Honduras, Mauricio Valladares, quien subrayó que el trabajo infantil es un fenómeno al que «no se le ha dado la importancia que requiere».
Agregó que el trabajo infantil en todas sus formas ha estado «sumamente invisibilizado» y eso nota «en la ausencia de políticas públicas, de leyes e institucionalidad realmente enfocada en proteger a este grupo de niños».
Más de 400.000 niños de entre 5 y 17 años de edad trabajan en Honduras, muchos de ellos expuestos a trabajos peligrosos, cifra que se estima se elevó hasta 900.000 por la pérdida de empleos en muchas familias a causa de la pandemia y el cierre de las escuelas, señaló Valladares.
De los menores trabajadores, más del 50 % se ocupa en labores de agricultura, sobre todo en corte y siembra de café y azúcar, y otra parte lo hace en el sector ganadero y trabajo doméstico no remunerados, donde los niños enfrentan «abuso y riesgos» al desarrollar esas actividades, recalcó el experto.
POBREZA AUMENTA TRABAJO INFANTIL
El telón de fondo del trabajo infantil es la pobreza, un flagelo que en Honduras aumentó al 70 % en 2020 a causa de la pandemia de covid-19 y las tormentas tropicales Eta e Iota, según organismos de derechos humanos y organizaciones económicas.
Esa pobreza obliga a que miles de niños desempeñen labores incompatibles con su edad, que ponen en riesgo su desarrollo educativo y en muchos casos su salud, para ayudar a su familia, afirmó Valladares.
«Estamos frente a un fenómeno en el que al niño se le obliga a abandonar su niñez, su proceso de educación y muchos de ellos son utilizados para algunas actividades ilícitas», subrayó.
La situación de los niños que viven en hogares pobres es palpable en las calles de Tegucigalpa, donde se ven grupos de menores concentrados en los semáforos, limpiando vidrios de vehículos, haciendo malabares o pidiendo dinero o comida.
Las prácticas culturales -añadió-, también cimentan el trabajo infantil en Honduras, donde la edad mínima para labores se sitúa legalmente en los 16 años, pero el adolescente solo puede trabajar fuera del horario escolar y no más de seis horas al día.
Valladares indicó que muchas niñas quedan embarazadas a temprana edad en Honduras, país donde la mayoría de esas gestaciones tienen su origen en violaciones, muchas de ellas por sus familiares.
«Buena parte del recurso humano futuro de nuestro país se está perdiendo producto de un desarrollo no adecuado», lamentó.
VISIBILIZAR EL PROBLEMA
La ausencia de cifras exactas sobre la cantidad de niños trabajadores dificulta conocer, con precisión y en profundidad el problema, por lo que el experto destacó la importancia de «visibilizar» el flagelo.
«Tenemos que educarnos en esa temática, formar a los niños y las autoridades, los maestros, las comunidades, los padres de familia, porque muchos de estos menores realizan estas labores orillados por sus padres y la necesidad que viven sus padres», señaló Valladares.
El Instituto Nacional de Estadísticas de Honduras, con apoyo del Programa Futuros Brillantes, tiene previsto realizar en 2022 la primera encuesta oficial sobre trabajo infantil en el país para conocer la magnitud y el alcance del problema, comentó.
La encuesta permitirá identificar «las brechas en el tema de protección de la niñez frente al trabajo infantil» en Honduras, señaló.
Además, contribuirá a que las autoridades conozcan las «peores formas» de trabajo infantil, conocer el número de niños bajo este fenómeno, las causas que obligan a los menores a trabajar y la edad de los pequeños trabajadores, entre otros datos.
EFE