Son muchas las razones para evitar la realización de la alborada —la ONG Corpades y Análisis Urbano la han denominado alborada mafiosa por sus orígenes a finales de noviembre de 2003—. Razones de peso hay: los animales sufren, las personas corren el riesgo de quemarse, el medio ambiente se ve afectado porque aumenta los niveles de contaminación en el aire, además del ruido.
Todas las expuestas son razones más que suficientes para unirnos en torno a la institucionalidad y bloquear esta celebración espuria como la ha llamado el periodista y escritor Reinaldo Spitaletta.
Hoy surge una nueva razón que puede considerarse valedera y justificada para no darle rienda suelta al estallido de pólvora en la alborada o acompañar esa “celebración”: la solidaridad que debe expresar el pueblo antioqueño con directivos y familiares del club Chapecoense, los periodistas y la tripulación del avión de Lamia.
“La solidaridad es la ternura de los pueblos”, decía Ernesto Che Guevara, esa es la ternura que se debe expresar desde ya y durante el 30 de noviembre y el 1 de diciembre. Que sea solo este gesto el que nos convoque.
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