Bogotá, 27 de febrero de 2022 – Solo cuatro de las principales listas al Senado de Colombia para las elecciones del 13 de marzo están encabezadas por mujeres y apenas tres pueden garantizar, gracias a un sistema cremallera, que haya curules o escaños paritarios y un hueco real para la representación política femenina.
La paridad en el Congreso es una tarea pendiente de Colombia, que con el actual 21 % de mujeres en el Senado y 18,7 % en la Cámara de Representantes está a millas de otros países de la región como Cuba, México, Argentina, Ecuador o Chile.
«Hay que reconocer algunos datos positivos, por ejemplo, respecto a las pasadas elecciones de 2018 ha habido un incremento de un 6 % en cuanto a mujeres en las candidaturas al Congreso de la República», explicó a Efe la representante de ONU Mujeres en Colombia, Bibiana Aído, quien alabó que el 40 % de las papeletas que se depositarán en las urnas el 13 de marzo estén conformadas por mujeres.
Si se miran las listas de los principales partidos al Senado -porque las de la Cámara de Representantes varían por departamento-, solo el Partido de la U (centro conservador), el Nuevo Liberalismo (centro), el Partido Mira (derecha) y Estamos Listas (feminista progresista) están encabezadas por mujeres: la atleta Catherine Ibargüen, la periodista Mabel Lara, la economista Ana Agudelo y la urbanista Elizabeth Giraldo.
Además, la mayoría de estas listas no garantizan que vayan a ser elegidas, pues son candidaturas abiertas donde el electorado marca el candidato o candidata que quiere votar dentro de un mismo partido.
Solo tres listas son cerradas y en cremallera, garantizando la elección alternante entre géneros (las del izquierdista Pacto Histórico, el Nuevo Liberalismo y Comunes, conformado por miembros de las antiguas FARC), mientras que hay una que está íntegramente compuesta por mujeres, Estamos Listas.
DEBATE ENTRE MUJERES
La pasada semana varias de las candidatas de estos partidos se reunieron en la Universidad Externado de Colombia para debatir, en un tono relajado, alejado de las usuales recriminaciones de estos encuentros, e incluso con acuerdos para trabajar de manera conjunta o alabando a otras aspirantes.
«Lo que yo quisiera es un Congreso que le sirva al país, que haga mejores leyes, que haga más control político; un Congreso que le sirva a la gente con rostro de mujer», aseguró en la apertura del debate la número dos por la Coalición Verde Esperanza (centro), Viviana Barberena.
Evidentemente hubo discrepancias, una clara oposición a algunas de las ideas lanzadas por la candidata del ala más conservadora, la senadora Paloma Valencia, del uribista Centro Democrático, y peticiones de calma, pero destacaron propuestas para colaborar e impulsar una mayor protección de la infancia LGBT, un énfasis en mejorar la educación o acciones para proteger el medioambiente.
Se trata, en todo caso, de candidatas ampliamente preparadas, con carreras muy destacadas que las avalan y unos logros a veces mucho más superiores que los de sus pares masculinos, lo que suele ser una constante en la mayoría de ámbitos.
«Las mujeres en la política y en cualquier espacio de poder tienen que demostrar mucho más que los hombres valía; ellas tienen que demostrarlo cada día, en ellos se da por sentado», recordó Aído, exministra de Igualdad de España (2008-2010).
UNA POLÍTICA DE CUIDADOS
Para que las mujeres ejerzan en política, además de «medidas de acción positiva» como listas paritarias, necesitan tiempo y un mejor reparto de los cuidados porque, en palabras de Aído, «hoy más que nunca nuestro avance depende de reconocer, reducir y redistribuir el trabajo de cuidado no remunerado».
Según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), entre mayo y agosto de 2021, las mujeres dedicaron en promedio casi siete horas y media al día en actividades de trabajo no remunerado; este tiempo en los hombres fue de apenas tres horas.
«Los cuidados son fundamentales para el sostenimiento de la vida y de su conjunto, sin embargo la actual organización social del cuidado es injusta e insostenible», subrayó Aído, y es uno de los principales lastres de la participación política de mujeres.
Otro bache que tienen que sortear las políticas es la violencia a la que se ven expuestas tanto como candidatas como una vez que llegan al cargo con amenazas, difamaciones, acoso, insultos, calumnias, violencia sexual, agresiones físicas… y la doble vara de medir a las que muchas veces son sometidas con fallos que pesan el doble que el de sus pares.
«Sin embargo, sabemos que cuando las mujeres participan más la evidencia es muy clara: las comunidades son mejores, las economías son mejores, los países son mejores», resumió la representante de ONU Mujeres, que lamenta que no «haya más mujeres para elegir de cara a las presidenciales», ya que de momento solo hay una candidata clara -Íngrid Betancourt- y tres que concurren a consultas internas de partidos: Francia Márquez, Arelis Uriana y Aydée Lizarazo.
EFE