Un Congreso fragmentado condicionará el próximo Gobierno chileno

FECHA:

Santiago de Chile, 15 de diciembre de 2021.- Ni el izquierdista Gabriel Boric ni el ultraderechista José Antonio Kast, que disputarán la Presidencia chilena el próximo domingo, tendrán mayoría propia en el Congreso: el actual escenario obligará a quien gane a forjar alianzas estables que den viabilidad a su proyecto, en un espacio fragmentado y presionado por la calle.

Es que los comicios del pasado 21 de noviembre no solo definieron un balotaje marcado por posiciones antagónicas, sino además una dispersión de fuerzas políticas y la irrupción de otras nuevas al hemiciclo que darán particularidades al diálogo entre los poderes Ejecutivo y Legislativo para el próximo periodo.

Fotografía tomada el pasado 13 de diciembre en la que se registró a los candidatos presidenciales chilenos: José Antonio Kast (d), del derechista Partido Republicano, y Gabriel Boric, del izquierdista Frente Amplio, durante el último del debate antes de la segunda vuelta electoral, en Santiago de Chile. EFE/Elvis González /Pool

Los 155 diputados y 50 senadores, mirados a nivel general, estarán distribuidos de forma equilibrada a partir de marzo de 2022: progresistas y conservadores se hicieron con una mitad en cada cámara, aunque sin grupos específicos hegemónicos.

Apruebo Dignidad, el pacto donde milita el abanderado frenteamplista Gabriel Boric, logró 37 diputados y 4 senadores; en cambio, el Frente Social Cristiano (FSC), conglomerado que sostiene a Kast, alcanzó 15 diputados y solo un senador.

Así las cosas, expertos dijeron a Efe que el diálogo y la habilidad política serán fundamentales para quien asuma la primera magistratura chilena durante los siguientes cuatro años, marcados por gran efervescencia social luego de la ola de protestas que sacudió al país a fines de 2019 y altas expectativas de un cambio de modelo.

«DISPOSICIÓN AL DIÁLOGO»

Para María Cristina Escudero, doctora en Ciencia Política y académica del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, el Ejecutivo «tendrá que mostrar bastante habilidad para congregar las fuerzas que necesita».

«La mayoría de las políticas públicas que requieren reforma tienen que ser leyes, esto obliga al Ejecutivo a conversar con el Congreso y hoy ese es un espacio sin fuerzas predominantes, más aún, como no ha empezado a funcionar esta nueva composición, tampoco sabemos las afinidades que se pueden generar en las zonas del centro», señaló la académica a Efe.

En ese sentido, Escudero destacó la necesidad de contar con una «disposición al diálogo», aunque para ello falta generar condiciones de confianza y volver a la «moderación del lenguaje», considerando las divisiones que se han acentuado de cara al balotaje.

NUEVAS FUERZAS

La derecha chilena, que según expertos ha sufrido una de sus crisis más profundas en el actual periodo viéndose forzada a la rearticulación, se ha refugiado en posiciones más duras y conservadoras, alejándose del horizonte liberal planteado hace unos años por partidos como Evolución Política o Ciudadanos.

Como cristalización de ese fenómeno las elecciones de noviembre arrojaron la llegada al hemiciclo de 15 diputados del Frente Social Cristiano, una coalición ultraderechista que respalda a José Antonio Kast y donde militan personas vinculadas al mundo evangélico y pinochetista.

De igual forma, la llegada del Partido de la Gente (PDG) -grupo que apoyó al excandidato independiente de derechas Franco Parisi, quien sorpresivamente obtuvo el tercer lugar en la primera vuelta- con seis diputados a la Cámara Baja llama a flexibilizar las estrategias de negociación, dice Escudero, al ser una fuerza que no ha participado de forma permanente en el debate público chileno.

«ACUERDOS TRANSVERSALES»

Según Josefina Araos, historiadora e investigadora del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), el próximo presidente deberá mostrar «mucha virtud política», en tanto su desafío, más allá de impulsar un programa, será «negociar y articular acuerdos transversales».

El horizonte, afirmó Araos a Efe, es «lograr colaboración luego de tiempos donde la característica entre Ejecutivo y Congreso ha sido el obstruccionismo. Será una tarea difícil, pues conocemos la composición del futuro Congreso: altamente fragmentado, con un importante número de figuras nuevas y una dinámica política previa muy deteriorada, con muestras de intolerancia al disenso político y marcada por la desconfianza y el resentimiento recíproco».

En ese contexto, Araos apunta al trabajo «delicado» que deberá desplegar la próxima Administración, «ya que es fundamental que la fragmentación no se traduzca otra vez en bloqueo».

«Puede ser positivo contar con un Congreso donde nadie tiene mayoría clara, porque obliga a la moderación, pero es también un riesgo: la ciudadanía es hoy impaciente y tiene demandas largamente postergadas. No hay margen para demoras ni pasadas de factura, y eso exigirá reivindicar los vilipendiados acuerdos. Es sobre todo en ese campo donde deberá moverse el próximo Gobierno», agregó.

Sebastián Silva

EFE

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