Un refugiado ugandés supuestamente se suicidó hoy al colgarse de un árbol ante la oficina de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en Nairobi, tras recibir una paliza de los guardias de seguridad que vigilaban el edificio.
El fallecido, de 28 años, responde al nombre de Aneste Mweru, confirmó a Efe su compañero y también refugiado Shimwe Nathan, de origen congoleño.
Al parecer, Mweru no podía pagar el alquiler de su casa tras perder su trabajo como consecuencia del impacto económico de la pandemia de coronavirus en la capital keniana, parcialmente confinada para contener la expansión de la COVID-19.
Desde entonces, el difunto y otros refugiados llevaban varias noches «durmiendo debajo de un puente», explicó Nathan.
Mweru, señaló, «se levantó esta mañana para ir a la oficina de ACNUR a pedir ayuda».
«Llegó allí -prosiguió- sobre las dos de la mañana (23:00 GMT del domingo). Y los guardias que protegen la oficina de ACNUR empezaron a pegarle porque no se permite a nadie estar en el exterior de la oficina de ACNUR», situada en el barro de Westlands (norte).
«El chico se debilitó y, sin poder hacer más, se colgó de un árbol», aseguró Nathan, que, junto a unos veinte refugiados, protestó esta mañana ante la sede de ACNUR mientras el cadáver de su amigo aún pendía de las ramas hasta que fue retirado por la Policía.
En su cuenta de la red social Twitter, la oficina de ACNUR en Kenia afirmó que «tiene constancia del incidente de hoy en el que un refugiado perdió trágicamente la vida».
«La oficina sigue de cerca la investigación policial en curso. ACNUR Kenia proporcionará más información cuando esté disponible», agregó la agencia de la ONU, al transmitir su «más profunda compasión» a la familia de la víctima.
Mweru pertenecía al colectivo de refugiados LGTBI (Lesbianas, Gays, Transgénero, Bisexuales e Intersexuales)» de Nairobi, indicó en Twitter el también ugandés Geoffrey Rainbo, trasladado por ACNUR desde el campo de refugiados de Kakuma (noroeste de Kenia) a la capital keniana, donde trabó amistad con su malogrado compatriota.
Su suicidio «ocurrió después de haber sido golpeado por la seguridad de ACNUR en el lugar donde fue a solicitar ayuda en términos de comida y alojamiento tras la retirada de la asistencia financiera que él y muchos de nosotros, del campo de refugiados de Kakuma, afrontamos durante esta pandemia», añadió Geoffrey Rainbo.
Gran parte de los casi 200 refugiados LGTBI contabilizados el años pasado por ACNUR en Kakuma procedían de Uganda, donde una ley contra la homosexualidad firmada por el presidente Yoweri Museveni en 2014, e invalidada meses después por el Tribunal Constitucional, penaba con cadena perpetua las relaciones homosexuales.
Por eso, muchos empezaron a ver su salvación en Kenia, donde raramente se aplica la ley colonial que establece penas de hasta 14 años de prisión.
En mayo del año pasado, la ONU pidió «calma» a los refugiados LGTBI tras unas protestas ante la sede de ACNUR en Nairobi para exigir un mejor trato que desembocaron en disturbiosen los que la Policía usó gases lacrimógenos y detuvo a más de 20 manifestantes.
EFE