Bucarest, 27 jun – Ansiedad. Inseguridad. Mucho miedo. Todo eso sintió Liudmyla, una madre ucraniana, cuando llegó hace tres años a Bucarest, con tres niños de entre 4 y 14 años, huyendo de la invasión rusa de su país.
«Me encontré sola en el extranjero, en un motel con los niños. Fue muy difícil. No sabes cuántos días te quedarás en ese sitio, es como empezar de cero», recuerda en una charla con EFE.
«Y fue cuando decidí acudir a la Cruz Roja rumana. Me recibieron, me escucharon, vi que no estaba sola y que había tantas personas con historias como la mía», asegura.
Las heridas que «no sangran»
Una asistencia, asegura, que ayuda a sanar o contener esas «grandes heridas que no sangran», como se refiere al sufrimiento psicológico que padecen quienes han tenido que huir de la agresión rusa.
Liudmyla es una de los 80.000 refugiados ucranianos que se han beneficiado en Rumanía del proyecto ‘#EU4Health’, financiado por la Comisión Europea, que ofrece primeros auxilios psicológicos en situaciones de crisis.
Para ello ha formado en técnicas de asistencia de emergencia a 1.900 personas, tanto psicólogos o asistentes sociales con conocimientos previos, como profesores o voluntarios en general.
Un sitio tranquilo
«Te dan un sentido de comunidad, sientes que perteneces de nuevo a un sitio tranquilo, seguro», cuenta Liudmyla sobre su experiencia con este programa.
Esta ejecutiva del sector de la automoción, de 37 años, da ahora clases de rumano a sus compatriotas, y vive en Bucarest con sus tres hijos y su marido, que logró también salir de Ucrania.
En Ucrania quedaron sus padres, sus suegros, una abuela y muchos amigos.
Tatiana Herasymenko, de 45 años, es también consciente de la necesidad de la ayuda psicológica.
Profesora de baile e instructora de yoga en su ciudad, Odesa, ahora enseña inglés y da clases de arte a otros refugiados que acuden en busca de asistencia a la Cruz Roja de Bucarest.
«Al principio todos pensábamos, que, bueno, (la guerra) sólo duraría un día, dos días. Luego, fueron una semana, dos semanas…», explica Tatiana, que llegó a Rumanía poco después del comienzo del ataque ruso, acompañada de su cuñada y sus sobrinos.
A estas alturas tiene pocas esperanzas de regresar a su hogar y duda de que la guerra vaya a terminar pronto.
A pesar de esa nostalgia, asegura sentirse bien en Rumanía. «Vayas donde vayas, la gente está muy dispuesta a ayudarte», cuenta.
Sin embargo, también resalta que es «crucial» que quienes han vivido un conflicto reciban apoyo psicológico profesional.
«Podemos parecer normales. Podemos hacer y trabajar como si fuéramos normales. Pero cada vez que volvemos a casa, abrimos nuestros teléfonos y leemos las noticias, nos agobiamos una y otra vez», describe.
Un proyecto de la Comisión Europea
‘#EU4Health’ ofrece a las sociedades de la Cruz Roja en cada país la oportunidad de formar a su personal para proporcionar asistencia psicológica de emergencia.
«Hay personas que actualmente atraviesan una situación emocional perturbadora, están agitadas, ansiosas, o les falta algo, buscan información, explica a EFE Andreea Furtuna, directora de programas de la Cruz Roja de Rumanía.
Furtuna cuenta que esos primeros auxilios ofrecen un espacio seguro para tranquilizar a las personas.
«A veces, incluso sentar a la persona en una silla y ofrecerle un vaso de agua es un buen método de primeros auxilios psicológicos», explica.
EFE
Alexandra Spanu