Un video, entre las evidencias de la existencia de casas de pique en Tumaco

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Un video en el que supuestamente hombres de alias Guacho se ven desmembrando a un informante de las autoridades y cuya acción criminal se habría perpetrado en zona rural de Tumaco, es una de las evidencias con las que cuenta la Procuraduría y que entregará junto a decenas de testimonios a la Fiscalía para que adelante la respectiva investigación sobre la presunta existencia de casas de pique en ese municipio de Nariño.

Entre las versiones recogidas por los investigadores del ente del Ministerio Público está aquella que afirma que de estas casas hay en las cinco comunas de Tumaco y que aquella práctica macabra no es de ahora. Desaparecer a los enemigos sin dejar rastro alguno es una costumbre criminal que en Tumaco se desarrolla desde hace más de tres décadas, pero que nunca había sido denunciada por el temor que siente la comunidad a ser víctima de los bandidos. Sumado a ello, la población no cree en las autoridades, pues tienen la fría certeza de que quien denuncia termina vuelto pedazos en el río.

Al igual que sucede en Buenaventura, por el puerto de Tumaco se mueven millones de dólares gracias a la conexión entre Colombia y América del Sur, la costa oeste de Estados Unidos y Asia. Paradójicamente, los recursos provenientes del narcotráfico son los que mueven la economía en Tumaco. La actividad comercial en los puertos es la que interesa al Estado, no las personas que allí habitan.

La Costa Pacífica colombiana se encuentra desde hace muchos años en un completo abandono estatal. Según el Instituto de Estudios Urbanos, IEU, de la Universidad Nacional, Tumaco (La Perla del Pacífico Colombiano), cuenta con 200.000 habitantes, 100.000 de ellos repartidos en 300 veredas ribereñas y en esteros.

“Es el municipio de Colombia con más cultivos de coca en la actualidad (20.000 hectáreas sembradas); padece una oleada de homicidios por la presencia de bandas enfrentadas por el territorio y los negocios ilícitos, conectadas con el crimen transnacional que compra la producción; un desempleo absoluto que condena a 100.000 jóvenes al rebusque; la violencia, el miedo y la falta de oportunidades se han instalado como cotidianidad a pesar del aumento del pie de fuerza en Policía y Ejército; mientras que la debilidad institucional frente a esta situación es patética, los niveles de confianza y la economía legal mínimas y la ciudadanía impotente”, dice en uno de sus apartes el texto escrito por el profesor Óscar Almario García y que fue publicado por IEU.

Por años, las Farc y el ELN se valieron de Tumaco como corredor estratégico de movilidad por su condición de puerto y de frontera con Ecuador. La guerra que se libra hoy es entre estructuras paramafiosas, que intentan ejercer dominio en las zonas que antes “pertenecían” a las Farc. Son diez estructuras criminales, según las autoridades, las que se disputan el microtráfico, el dominio de las 1.200 válvulas ilegales que sacan gasolina del Oleoducto Transandino para producir el alcaloide y “tanquear” sus lanchas rápida, las que imponen su ley en las comunas, las que trazan fronteras invisibles, las que amenazan, asesinan, ordenan guardar silencio e infunden miedo. Entre quienes generan el caos está alias Guacho, líder de las disidencias de las Farc, y las Guerrillas Unidas del Pacífico.

Inclusive, a algunas de esas comunas no pueden ingresar ni la Policía ni la Fiscalía. En caso de un homicidio, son las madres de las víctimas quienes deben hacer el levantamiento de los cadáveres y llevarlos hasta la morgue o al menos sacarlos de esos lugares hasta un sitio seguro para que las autoridades puedan realizar la inspección técnica. Son muertos que cuentan con suerte, porque a muchos otros los “pican” y los lanzan al río o a los manglares de El Tigre, en la vía Tumaco-Pasto.

Los testimonios que recibirá la Fiscalía dan cuenta de la existencia de siete casas de tortura y pique. Y en el video se puede apreciar que un grupo de hombres al parecer al servicio de alias Guacho desmiembran un joven acusado de filtrar información. Entre las víctimas estarían ciudadanos venezolanos, quienes habrían llegado a la zona atraídos por el mercado de la hoja de coca.

En 2017 las autoridades reportaron 254 homicidios en Tumaco. Pero la comunidad afirma que fueron más, muchos más, solo que en su gran mayoría terminaron picados. Para entender la dimensión del problema, según Medicina Legal, en enero de 2017 hubo 21 hombres asesinados y una mujer, pero los ciudadanos contaron 163 homicidios. Aterrador.

En Tumaco acusan a la Policía de maquillar cifras, de ocultar la realidad, de entregar reportes de normalidad al Gobierno, lo que hace que, en consecuencia, no se tomen medidas, puesto que “en Tumaco no pasa nada”. Recién comienza mayo y la Policía asegura que no se han cometido homicidios en Tumaco. Pero la comunidad afirma que sí, que sí se han presentado asesinatos. Y nosotros les creemos.