Columna de opinión tomada del Espectador.com
Pueblo urbano
Por: Alfredo Molano Bravo
Era un centro que movía pasajeros de primera, segunda y tercera y cargas; ganado, café, maíz; en sus alrededores prosperaron hoteles, tiendas, bares, prostíbulos, y se conocía como Guayaquil. Eran calles bullosas donde se oían los tangos de Gardel y de Magaldi desde las 10 de la mañana; una zona entre pintoresca y peligrosa. Con el tiempo —y en su periferia hacia el río Medellín— apareció una población de menesterosos, malandrines, recicladores, andariegos, que terminó siendo distinguida como habitantes de la calle. (Continuar leyendo aquí)
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