Valle de Aburrá pierde el año en seguridad

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Metrocable en la comuna Nororiental de Medellín.

Redacción Análisis Urbano

Diciembre es considerado el mes de la alegría y el jolgorio, en otras palabras, el mes de la rumba, pero también es el de la vacuna extra que oscila entre los 400.000 y 500.000 pesos para los negocios barriales y en el caso de los vehículos de transporte público es de $100.000 —adicionales a los 80.000 mil pesos que se pagan de vacuna semanal—. También en esta temporada se presentan los “ajustes de cuentas” y los reacomodamientos en la cartografía criminal, igualmente es el tiempo en que los mandatarios locales corren presurosos a mostrar los resultados del año de trabajo.

A pesar de la reducción de homicidios en el Valle de Aburrá, está subregión de Antioquia se raja en seguridad. La estrategia no está funcionando y la razón es que sigue basada en capturas, decomisos, más policías y más cámaras, pero en la práctica no se ha podido desmantelar ninguna de las bandas paramilitarizadas que pululan en más del 70 % del territorio. Es claro que la Oficina del Valle de Aburrá y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), ambas patronas de más de 500 bandas, han ganado el año en muchos aspectos: finanzas, territorios, nuevos negocios, más protección oficial e impunidad, entre otros.

Dos ejemplos sobre el mal año en la lucha contra el crimen los presentan Medellín y Bello. Esto no significa que a los otros municipios les haya ido bien en seguridad.

¿Qué muestra Federico Gutiérrez en seguridad y convivencia?

Insistimos en que este alcalde tiene ganas, hace un esfuerzo importante en mostrar resultados en su lucha contra el crimen y, sobre todo, quiere decir siempre la verdad de lo que está pasando; pese a que no pocas veces algunos de sus consejeros le han mentido y lo han hecho cometer equivocaciones que no deberían ocurrir. Las malas asesorías llevan a eso y es lamentable que Federico Gutiérrez no haya cambiado la estrategia de seguridad. No quiso, o sus asesores no se lo permitieron. La consecuencia es grave para la ciudad.

Capturas, sí; muchas, tal vez. ¿Para qué han servido?

Se capturó al Diablo y al Pecoso, apareció muerto en extrañas circunstancias Gordo Arepas, se entregaron varios miembros de bajo perfil de La Terraza, cayó Chamizo, capturaron once miembros de las AGC —aunque la institucionalidad sigue aduciendo que es una banda denominada Los Paracos—, capturaron diecisiete miembros de Los Chivos. Ambas bandas se encuentran bajo el mando de alias el Soldado, miembro activo de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC).

También se golpeó a las Convivir con la captura de dieciocho de sus miembros que están al servicio de la Oficina del Valle de Aburrá. Además, se dieron ofensivas contra el hurto de motocicletas y la comercialización de repuestos de estas en La Bayadera, e igualmente contra el robo de celulares y la comercialización de estos con operativos como el que se efectuó en el Centro Comercial Ópera.

Quedan por mencionar otras acciones realizadas en Medellín y lo concerniente a los planes de intervención en comunas 5, 6, 7, 10 y 16; con todo y esta operatividad, el año no fue bueno en materia de seguridad. El crimen urbano consolidó sus dominios e incluso se expandió.

Un alcalde capturado y el crimen cogobernando en Bello

César Suárez Mira, alcalde de Bello, fue capturado por la Fiscalía General de la Nación por el delito de falsedad en documento público, situación que generó una crisis en la administración municipal. Antes de su captura, poco había hecho en materia de seguridad. En este municipio es clara la consolidación del crimen urbano, el 90 % está en manos de Los Chatas, Pachelly, el Mesa, Los Triana, Niquía Camacol y Oficina del Doce de octubre, entre otras bandas.

Casos como asentamiento Nuevo Jerusalén, Villa Linda, San Félix, vereda Granizal, El Tapón, el comercio en general y la construcción muestran que allí perdió el año la institucionalidad bellanita.

Análisis Urbano realizó esté rápido y preciso diagnóstico sobre la seguridad y la criminalidad en Medellín y Bello sin detenerse a mostrar lo que ocurre en Itagüí, Envigado, Sabaneta, Caldas, La Estrella, Copacabana, Girardota y Barbosa, donde el crimen urbano también ganó el año.

Esperamos se genere una reflexión en los mandatarios locales de los diez municipios del Valle de Aburrá, y por ende en el gobernador de Antioquia, Luis Pérez Gutiérrez, en la dirección general de la Policía, la Fiscalía y demás entes oficiales deben garantizar la seguridad en la región.

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