La crisis social, política y económica que se vive en Venezuela ha hecho que muchos de sus habitantes estén huyendo y se estén refugiando en Colombia; en mayor medida, después de la ola de violencia intensificada desde el 1 de abril, día en que el Tribunal Supremo de ese país emitió dos sentencias que dejaron sin poderes a la Asamblea.
Para las autoridades, el éxodo de los venezolanos en los últimos años ha sido la migración más grande en la historia de Colombia. Según un informe realizado con información del Banco Mundial, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y de organizaciones de venezolanos, Colombia es el principal receptor de migrantes de Venezuela, lejos de Estados Unidos y España, que serían el segundo y el tercer país receptor, respectivamente.
La Oficina de Migración Colombia reporta 40.000 venezolanos asentados legalmente en nuestro país y 60.000 que viven ilegalmente. Sin embargo, una investigación realizada por el sociólogo y experto en migración venezolana, Iván De la Vega, quien además es profesor de la Universidad Simón Bolívar, y en colaboración del Laboratorio Internacional de Migraciones (LIM), revela que son 900.000 los oriundos del país vecino (el 1.8 % de la población), que han llegado a Colombia en los últimos años, incluyendo a los que tienen doble nacionalidad.
El éxodo que se presenta en Venezuela ha hecho que las autoridades colombianas prendan las alarmas con respecto al trato y al procedimiento que requieren los migrantes. El empleo informal y el acceso a economías ilegales ha sido la constante de supervivencia de los venezolanos en Colombia.
En Medellín, particularmente, los hemos visto vendiendo dulces en el centro de la ciudad, trabajando en negocios y en pequeñas empresas de forma informal, y ahora, y como motivo de preocupación para la Alcaldía y los entes territoriales, en el negocio de la prostitución. Hombres y mujeres. Comercio ilegal manejado en la ciudad por las organizaciones delincuenciales articuladas al narcotráfico: Oficina del Valle de Aburrá y Clan del Golfo.
Repasemos un poco sobre las rentas ilegales del crimen organizado en Medellín. Para las estructuras delincuenciales que operan en la ciudad, el monopolio de ingresos es un pilar fundamental para su accionar en los barrios del Valle de Aburrá. En ese sentido, no solo les preocupa las rentas derivadas del microtráfico, también son de suma importancia la extorsión, el lavado de activos, el secuestro extorsivo, el monopolio de los juegos de azar, los paga diarios, los carteles del huevo, la leche y las arepas; el licor adulterado y, por supuesto, la prostitución y todo lo que gira en torno a esta: apropiación de hoteles, proxenetismo, seguridad privada y tures sexuales para los turistas.
El fenómeno de la prostitución ya ha tocado inclusive, las puertas de los estratos más altos de la ciudad, sobre todo en el parque Lleras en El Poblado, en donde se han asentado las trabajadoras sexuales, incluyendo a mujeres transgénero, con sus proxenetas al lado; en la cara de los policías que patrullan el sector. Mujeres que venden su cuerpo, pero que su vez sirven de enlace con el microtráfico del Lleras. Un negocio redondo que oferta —sobre todo al turista— sexo, drogas y fiestas nocturnas. Un monopolio de rentas ilegales, controlado por las mismas organizaciones que se dedican a traficar y a extorsionar, las cuales controlan los proxenetas de El Poblado y, desde luego, el negocio de la prostitución.
Pero no solo es este barrio el que padece de prostitución en cada una de sus esquinas, según las autoridades locales, el sector conocido como El Raudal, en el centro de la ciudad, sería el lugar en donde hay mayor número de trabajadoras sexuales en Medellín. El escándalo desatado la semana pasada, gracias a la divulgación de un video en el que se observa a una trabajadora sexual venezolana, con herida de arma blanca en su cuerpo, reveló una problemática que ya se ha venido presentando en la ciudad en lo que va corrido de este año: el aumento de prostitutas venezolanas y las peleas callejeras entre estas con las trabajadoras locales.
En una semana son atendidas por la Policía hasta cinco peleas con arma blanca en el centro de Medellín, entre mujeres venezolanas y colombianas. La causa de las rencillas sería porque las inmigrantes tienen una tarifa más barata. Mientras una mujer local cobra $100.00 por sus servicios, las del vecino país trabajan por la mitad de este precio. Según Humberto Tobón, coordinador de la Mesa de Derechos Humanos del Valle de Aburrá, no solo serían mujeres las que estarían vendiendo su cuerpo, también lo estarían haciendo cientos de hombres venezolanos que llegan a la ciudad a trabajar en hoteles y bares. Muchos de ellos profesionales.
Para Carlos Arcila, Subsecretario de Derechos Humanos de Medellín, otra de las causas del fenómeno sería la fuerte presión por parte de los proxenetas, que a su vez se apropian de los hoteles y de los bares para delinquir y tener más control sobre las trabajadoras sexuales.
La administración municipal ya ha manifestado su preocupación por el hecho y le ha solicitado al Gobierno nacional que defina la condición bajo la cual deben ser tratados los venezolanos que llegan a la ciudad a asentarse. El tema será tratado en una de las sesiones ordinarias del Concejo de Medellín, periodo que inició el pasado 1 de junio y que finalizará el próximo 31 de julio.
Todo parece indicar que las mayores beneficiadas en el Valle de Aburrá con la llegada de migrantes venezolanos serían las estructuras criminales que serían las encargadas de lucrarse con el fenómeno de la prostitución. El alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, deberá de tener en cuenta lo anterior para contrarrestar el fenómeno que ya prendió las alarmas en la ciudadanía y en algunos sectores de la ciudad. Por el momento, es de suma importancia no caer en la xenofobia y en los estigmas con la población venezolana que cada vez aumenta en Medellín.
Fuentes:
https://telemedellin.tv/venezolanos-en-medellin/183533.
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