En el Apunte Urbano Control paramilitar en la vereda Granizal de Bello se habló de la situación de inseguridad del municipio de Bello. A la fecha, el número de homicidios sigue siendo elevado y continúa creciendo. Se percibe que hay una guerra que podría considerarse silenciosa porque no ha salido en los medios públicos. Aunque diariamente se registran los hechos violentos que allí ocurren, hasta el momento la institucionalidad no ha relacionado que existan enfrentamientos entre bandas y el aumento de las muertes violentas.
El Palpitar hace un día publicaba que el 31 de julio habían sido asesinados dos hombres y una mujer en hechos aislados y reseñaba que el jueves 28 de julio fueron asesinados cuatro hombres, como las anteriores víctimas, en hechos aislados. No se debe olvidar que en diciembre de 2015 se presentaba una guerra entre las bandas Pachelly y los del Mesa; posteriormente vino el comunicado público donde las mencionadas bandas y Los Chatas, hablaban de paz y afirmaban que no tenían ningún tipo de conflicto armado, pronunciamiento que dejó más dudas que certezas de lo que pasaba.
Los temas de violencia y criminalidad son complejos allí, las violaciones a los derechos humanos son la constante y pocas denuncias se presentan por parte de la ciudadanía, que pareciera estar ya adaptada al control del crimen. Reiteramos que se evidencia el cogobierno paramafioso.
En el Apunte Urbano sobre la vereda Granizal informamos que habíamos emprendido una investigación periodística de denuncia. Estamos seguros de que al ser publicada será negada hasta la saciedad por quienes desean ocultar la cruda realidad que allí se vive —entre ellos la Policía Nacional, que ya no parece admitir la realidad, aunque inicialmente lo hacía—. Se espera que al menos el alcalde de Bello reconozca la situación y emprenda acciones para desmantelar, o al menos controlar, las bandas paramilitarizadas, algunas de las cuales podrían tener un fuerte apoyo de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) o Clan del Golfo, como mediáticamente la rebautizó el Gobierno nacional, y que opera en la vereda. Presuntamente una de las bandas podría estar conectada, por relaciones de mando militar, a una más poderosa que es oriunda de Medellín, concretamente de la zona Nororiental de esta ciudad.
En 2012, “Nieves, una mujer desplazada del corregimiento de San José de Apartadó, nos narra el ‘árbol de problemas’ de la gente de Granizal. Dice que la vía que llega hasta acá es una trocha, como la de cualquier vereda del fin del mundo rural de este país de marginados, que la basura no la recoge nadie, que no hay trabajo ni dinero ni suficiente comida. No hay teléfonos ni servicio de salud, que falta electrificar más después de dieciocho años de lucha, que no hay alumbrado público ni alcantarillado, que los profesores no son realmente profesores, que el agua no es potable porque está contaminada con los muertos desconocidos que arrojan los sicarios a la represa de Piedras Blancas, del acueducto de las Empresas Públicas de Medellín, de donde toman el agua. Que el 90 % de esta gente ya ha sido suficientemente victimizada, despojada, desplazada, casi todos de Urabá”. (Relato extractado del artículo, El agua de los muertos de Granizal crónica realizada por la Agencia de Prensa Rural).
Análisis Urbano deja en claro que no somos los primeros en hacer las denuncias sobre lo que allí ocurre, sabemos que en 2012, la Agencia de Prensa Rural y en 2013 la Agencia de Prensa del IPC ya habían puesto los dedos en la llaga. Nadie respondió ni se interesó por lo que se vive en la vereda, nada ha cambiado para bien, solo el régimen del terror paramafioso que se ha fortalecido y consolidado y está apretando más duro a sus habitantes que luchan en medio de la pobreza por ser reconocidos como ciudadanos con derechos en la Colombia que ya habla del fin de la guerra, la implementación del posacuerdo y que sueña ingenuamente con que con eso vendrá el inicio del posconflicto. Soñar no cuesta nada, de eso sí saben los habitantes de Granizal olvidados por el Estado.
Nueve sectores en la vereda Granizal que viven el yugo paramilitar
¿Dónde queda la vereda Granizal?, pregunta obligada que hacemos a la hora de iniciar este trabajo de investigación periodística y denuncia; la respuesta es clara y precisa, se encuentra ubicada en límites con la ciudad de Medellín, más concretamente con el barrio Santo Domingo Savio, todavía hoy se considera una zona vulnerable en todos los sentidos. Pobreza, desigualdad, violencia y criminalidad, entre otras problemáticas la agobian. Es a todas leguas una zona rural que limita con lo urbano.
Quien no conozca la vereda Granizal y a fondo su territorio pensaría que allí no hay barrios que solo son casas alejadas unas de las otras, al igual que ocurre en las zonas rurales de nuestra Colombia, equivocados están, la vereda se compone de barrios que por la ubicación geográfica en que se encuentran y además por estar alejados del centro administrativo del municipio de Bello, los habitantes optaron por llamarlos de la siguiente manera: Manantiales, El Pinal, El Albergue, La Mano de Dios, El Portal, Altos 1, Altos 2 y El Mirador del Oriente. Bautizados con nombres esperanzadores pero que con la situación que se vive no pasan de ser solo nombres.
Aunque no faltan los vendedores de ilusiones que llegan cada vez que hay proximidad a las contiendas electorales a prometer y prometer, importándoles poco si el crimen habita allí, todo se resume en votos y más votos. Desafortunadamente la vereda no tiene nada que envidiarle a otras zonas de Bello u otros municipios del Valle de Aburrá, incluyendo a Medellín, pues también cuenta con la politiquería rondando y alimentándose de la miseria, el miedo y la ignorancia.
Al parecer, la politiquería y la administración municipal solo aceptan la existencia de siete sectores, los otros dos están totalmente olvidados e invisiblizados, literalmente no se acepta su existencia, en total habitan la vereda más de 22.500 personas entre hombres, mujeres, niños, jóvenes, adultos mayores, gran parte de ellos desplazados forzosamente que llegaron de todos los rincones de Colombia buscando mejores condiciones de vida y sobre todo un lugar de paz donde pudieran asentarse para que sus hijos no vivieran lo que les tocó a ellos, violencia desmedida y abandono estatal, lamentablemente llegaron a otro infierno igual o peor, en esa zona olvidada por el Estado colombiano, el crimen lo controla todo y no lo hacen precisamente con zanahoria, en Granizal el garrote es el predominante.
Recogiendo testimonios de los afectados en esa zona veredal, Análisis Urbano encontró algo de confusión en los relatos sobre cuáles grupos armados hacen presencia allí, ya que para algunos hay un grupo, al parecer, de reinsertados de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), desmovilizadas parcialmente entre los años 2003 y 2005, y que ahora se hacen llamar Los Urabeños. Para Análisis Urbano podrían ser AGC. Igualmente, hablan de la existencia de otro grupo o banda que se estableció en El Pinal, estos últimos serían de una banda de la Nororiental de Medellín. Más adelante trataremos de identificar plenamente su procedencia, por lo pronto se sabe que en la Vereda hacen presencia gran cantidad de ilegales armados, por ejemplo, en el sector El Pinal son más de 30 miembros que mantienen con armas largas, o sea, fusiles, varios AK 47, dos fusiles R 15, además de pistolas, revólveres y escopetas de repetición, sin contar las granadas y los explosivos. Lo que sí está claro es que “los delincuentes nos mantienen sometidos bajo el argumento de que nos están cuidando para que nadie nos pueda robar, ¡qué burla es eso!, ellos nos roban todo el tiempo, esos tipos nos sacan dinero por todo, no les importa nuestra pobreza”, afirma una fuente que por razones de seguridad Análisis Urbano reserva su identidad.
Otro testigo de las desgracias que sufre su vereda dice: “La vereda Granizal solo es visible cuando los políticos, mejor dicho, los politiqueros de turno, vienen por votos o cuando la represión oficial hace su aparición, eso sí, poca o nada inversión social de ninguna administración municipal, departamental o nacional, como quien dice, estamos solos y abandonados del Estado, pero parece que nos dejaron a los paracos para recordarnos quien manda acá”.
En la próxima entrega de esta investigación nos adentraremos en la forma como las bandas paramilitarizadas urbano-rurales controlan la vereda Granizal tanto en lo territorial como militar, social y económicamente. Lo que se ha encontrado da para hablar de un modelo paraestatal que tiene anuencia de un sector institucional. Allí está claro que la nómina paralela existe y la protección oficial es evidente.
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