São Paulo, 20 sep – La ONG brasileña Doctores de la Alegría, que desde hace más de 30 años se dedica a llevar alegría y arte payasesco a las salas de los hospitales públicos, debe cesar casi la mitad de sus actividades por falta de financiamiento.
Esa agonía económica se debe a la caída y la intermitencia de las donaciones, pero sobre todo a cambios recientes en una ley de incentivo cultural, lo que ha perjudicado a muchas instituciones y proyectos que dependían de su funcionamiento, según explica la organización.
«Las empresas antes aportaban dinero de forma anual, ahora lo hacen por un trimestre», afirma a EFE Cristina Cardoso, coordinadora de comunicación de la ONG, haciendo referencia a la dificultad que tienen para planificar a futuro.
A partir de esto, lanzaron nuevas campañas para recaudar fondos e incluso tuvieron que reducir sus salarios para poder mantenerse activos al menos hasta finales de este año.
En un contexto en el que los fondos escasean, las ganas de hacer felices a otros aumentan cada vez más para Waldisney y Sandoval, los payasos que asisten todos los martes y jueves al Hospital Universitario de São Paulo.
«Todos los martes y todos los jueves, sea festivo, carnaval. Tenemos horario de entrada, pero no de salida», comenta Sandoval, mientras se pone el ambo, la mascarilla y sobre esta, la nariz de payaso.
Los payasos comenzaron en este centro público hace 17 años y hoy, para muchos, ya forman parte de la plantilla médica fija. Todas las personas sonríen al verlos pasar: policías de guardia, personal médico o pacientes.
Desde neonatos a adultos
Su recorrido está estratégicamente organizado para no perderse ninguna habitación: primero comienzan por los neonatos, luego por los niños y finalmente, en el último piso, esperan los adultos, como Elmer, que hace casi dos semanas está internado por problemas en el hígado.
Ambos artistas admiten que trabajar con personas grandes es un poco más difícil ya que los niños «siempre tienen ganas de jugar» sin importar lo que les pase, mientras que los adultos «son conscientes de su diagnóstico».
Sin embargo, Elmer, un poco tímido y con algo de dolor, cantó ‘La Bamba’ junto a los doctores de la alegría.
«Me hicieron reír un poco. Me sacaron un poco de la tristeza, de la agonía que uno siente de estar acá. Te alegra el corazón”, señala a EFE.
En el pasillo de los recién nacidos, Waldisney y Sandoval sacan de sus bolsillos unos juguetes y le cantan desde el otro lado de la puerta una canción a un bebé, cuya condición médica lo mantiene aislado.
«La risa te da un momento para respirar, un momento de alivio, de ligereza, para que puedas seguir. Cambia la energía», apunta el payaso Sandoval.
Muchas veces las internaciones son tan largas que el arte ‘clown’ es la única conexión que tiene un paciente con el arte. Pero además de fomentar la cultura, los payasos lograron transformar el ambiente hospitalario, al punto de que hoy algunas paredes están pintadas con dibujos y los pasillos lucen adornados con guirnaldas de colores.
La coordinadora de humanización hospitalaria del hospital paulista, Tatiane Teixeira, afirma que a veces «el ambiente hospitalario es un poco tenso», por lo que el rol de estos artistas «es clave para la recuperación de los pacientes», pero también para «mejorar el clima institucional».
Doctores de la Alegría es una organización de la sociedad civil sin fines de lucro que introdujo el arte payasesco en hospitales públicos de São Paulo, Pernambuco y Río de Janeiro. Hoy, lucha por su supervivencia económica para poder seguir sacando sonrisas a pacientes de todas las edades.
Ailén Desirée Montes
EFE