El Cairo, 18 feb – «Producir para generar trabajo», esta es la filosofía de la iniciativa social ‘Threads of Hope’ (TOH, hilos de esperanza en inglés), una escuela de costura para mujeres en riesgo de exclusión social en El Cairo que entrena y emplea a refugiadas, las cuales ven este programa como una forma de ganar independencia económica y tejer redes de apoyo.
«La iniciativa no pretende ser solo un trabajo que aporte un buen sueldo, si no que busca proporcionar a las mujeres información útil y básica e incentivar su autonomía económica y laboral», subrayó en una entrevista a EFE la responsable del proyecto, Margarita Andrade.
TOH nació hace más de seis años, y se basa en proporcionar dos meses de entrenamiento práctico en el «arte de la costura», enseñando a las alumnas diferentes técnicas; además, las aprendices reciben información sobre nutrición, clases de crianza y finanzas domésticas y también reciben atención médica y psicológica.
Actualmente, 46 mujeres participan en el programa, y cerca de 400 ya superaron -durante las ediciones pasadas-, el período de aprendizaje, lo que las capacitó para seguir participando del mismo – y produciendo-desde sus casas.
El aprender a coser no solo les genera ingresos, si no que además, según Andrade, les sirve como terapia, ya que fomentan su creatividad gracias a estar en contacto con las artes plásticas.
Exclusión social
TOH «se sustenta» en la fuerza laboral de cerca de este medio millar de mujeres que tuvieron que abandonar sus países de origen por diferentes circunstancias, como conflictos armados, y que llegaron a Egipto y se enfrentaron a la exclusión social.
«Muchos refugiados tienen miedo de hablar con la gente y relacionarse, en cambio, las chicas que vienen aquí sienten que están en un lugar seguro», explicó la encargada de la línea de producción, Nevein Nabir, una veterana del bordado y que lleva trabajando en el proyecto desde sus inicios en el 2019.
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Precisamente, la mayoría de las costureras llegaron a saber del proyecto gracias al boca a boca o a la recomendación por parte de entidades sociales y organizaciones humanitarias, las cuales en los últimos meses les han referido a una gran mayoría de mujeres sudanesas, refugiadas en Egipto a causa de los ya casi dos años de guerra civil en el país africano.
Uno de estos casos es el de Amany Haroun, una joven de 24 años, casada y con un hijo, la cual aseguró a EFE que «gracias a este trabajo ayudo a mi marido en los gastos de la casa y puedo comprar todo lo que mi hijo necesita».
Antes de participar en el programa de TOH, Haroun, limpiaba casas, lo cual «cargaba» mucho su cuerpo y no le permitía conciliar la vida familiar, a diferencia de su trabajo actual.
Ser autosuficiente
En este sentido, uno de los objetivos de la iniciativa es proporcionar un trabajo estable que permita a estas mujeres y sus familias poder ser autosuficientes a la par que mantienen el proyecto en funcionamiento.
«Nos gustaría en el futuro que otras organizaciones o entidades pudiesen recrear este modelo de empresa», explicó Andrade, su responsable, a lo que añadió que de esta forma se puede «aliviar» las necesidades sociales de la población.
Algunos meses, TOH llegó a producir 10.000 piezas bordadas para sus clientes, que son quienes les encargan las telas y bordados que éstas deben tener con la finalidad de fabricar con ellas los productos finales, como colchas, manteles, cojines, ropa, etc.
Es decir, la mayoría de productos que elaboran las mujeres no son destinados al consumidor final, sino que se envían a otros productores para que acaben de elaborarlos, de esta forma se alarga la cadena de servicios y se emplea a un número mayor de personas.
María Morales
EFE