Redacción Análisis Urbano
Dos hechos violentos ocurridos a mediados de noviembre han mostrado que algo está pasando al interior del Ejército de Colombia. En los dos eventos han atacado a la comunidad indefensa. El hecho más grave ocurrió en la vereda el Encanto, municipio de Argelia Cauca, donde campesinos resultaron heridos y otro fue asesinado. El segundo, sucedió en la vereda Buenavista de Ituango, Antioquia: miembros de la IV Brigada dispararon contra casi 30 personas que se congregaron para exigir el respeto al debido proceso, ya que algunos de los integrantes de la comunidad fueron capturados recientemente.
Este tipo de acciones desproporcionadas y que no deberían ser utilizadas por quienes han jurado defender la Constitución, la Ley y a la nación colombiana, demuestran que todavía el Ejército no se está preparando para la llegada de la Paz y el inicio del posconflicto, sigue empeñado en aplicar la doctrina de la seguridad nacional y la existencia del enemigo interno.
Es urgente que el presidente Juan Manuel Santos ordene al Ministerio de Defensa y a los altos mandos militares para que inicien el proceso de educación para la paz y el posconflicto en clave de Derechos Humanos, que se comience, realmente y de una vez por todas, el desmonte de esa doctrina guerrerista.
Las fuerzas militares y de policía deben entender y aprender que la nación colombiana es la que merece la protección y el respaldo de soldados y policías con espíritu patriota que no defienden intereses particulares sino el interés público. La paz no es sólo que la guerrilla se desarme, la paz necesita que las fuerzas militares y de policía, dejen de servir a unos pocos, es hora de que le sirvan a la nación entera.
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