Los campesinos las trabajaron y las dividieron en 14 parcelas; formaron una junta de acción comunal, organizaron una tienda comunal, construyeron una escuela y arreglaron las vías. Sembraron yuca, ahuyama y principalmente maíz, que vendían en Curumaní. Nadie reclamó nada a nadie. Entre 1998 y 2005 los parceleros vivieron una terrible ola de asesinatos y robo de ganado; unas 30 familias salieron a vivir en los pueblos cercanos o en Venezuela. En 2006 empezó la gente a retornar. Organizaron de nuevo la vereda, reconstruyeron la escuela y solicitaron al Incoder la titulación de sus predios, pero el gerente de la época respondió que la zona estaba dentro de la reserva forestal, Ley Segunda. Notas de campo http://tinyurl.com/ln7pum4 vía @elespectador
«En esos tiempos, paramilitares y militares andaban juntos»
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