La Agencia de Prensa Análisis Urbano y la ONG Corpades lamentan informar que una nueva masacre ocurrió en el territorio colombiano. Esta vez, y nuevamente, los hechos ocurrieron en el departamento del Cauca.
Con esta se registran 8 en este departamento, un punto álgido del conflicto armado, con alta densidad de cultivos de hoja de coca y presencia de grupos mejor armados que los mismos militares de la zona.
Queremos hacer la denuncia de que, una vez más, los asesinados son jóvenes, hasta donde sabemos todos menores de 30 años. Gran porcentaje de las personas asesinadas en masacres selectivas este año han sido jóvenes, en ocasiones con excusas tan inverosímiles como que estaban “violando la cuarentena:
Una vez más nos preguntamos, ¿por qué los jóvenes se volvieron un objetivo militar de los grupos armados? ¿Quién está dando la orden de que los maten?
Sabemos que los atentados y las masacres han sido en lugares casi siempre públicos, incluso en establecimientos comerciales. Los armados, repetimos, llegan con un arma en la mano y una lista en la otra. Los matan, los dejan ahí, se van. La Policía, o el Ejército, o la prensa tardan horas en llegar, cuando ya a la víctima la velaron.
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El modus operandi para estos atentados obedece a las tácticas de entrenamiento paramilitares de asesinatos selectivos y uso del homicidio para el terror. Según nos han confirmado distintas fuentes de la zona, los grupos armados a veces hacen estas masacres para espantar a una banda contraria, para amedrentar el rival en su esfuerzo de guerra -sí, con inocentes- y llevando terror a la población para que los respeten, les teman y hasta trabajen por ellos.
Mientras eso, los osarios de los cementerios no hacen sino llenarse, y las madres de los muertos lloran y hacen sino llorar por sus hijos que no están.
Los procesos comunitarios se debilitan entonces cada que los líderes son silenciados por los grupos armados, y también cada que matan a alguien que estos líderes tenían cobijados.
Es difícil protegerse, y ayudar a proteger a los jóvenes cuando los armados conocen de primera mano detalles como la dirección de la víctima de sus rutinas habituales. De ahí también a que estemos volviendo a ver el exilio obligado de cientas de familias que están huyendo una vez más de la violencia que lleva el apellido colombiano.
Antioquia y Cauca están en emergencia, pero en las zonas del Putumayo, el Amazonas, Bogotá, los Santanderes y la costa también están sucediendo masacres.
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La línea de Iván Duque sobre este tema ha sido, cuando menos, parca. El constante cambio de ministros del Interior y de Defensa ha provocado que en dos años de gobierno no se note una estrategia de seguridad clara en Colombia para la protección de población vulnerable, de líderes sociales y de desarticulación de las economías ilegales.
Así las cosas, la seguridad en Colombia se está rompiendo luego de que el Proceso de Paz en Colombia le hubiera dado unas puntadas.
Incluso la paradoja está en que por más que Duque criticó la estrategia de seguridad de Juan Manuel Santos, ahora está usando la misma. Y con resultados iguales o peores.
La información de la última masacre también la dejó conocer el sector del liderazgo afro del Cauca, preocupado por su juventud y escondido para que estas denuncias no les cuesten la vida.
Siete jóvenes habrían perdido la vida este domingo mientras se reanuda el fútbol en Europa, mientras se prepara un Paro Nacional a partir de mañana y mientras, para nuestro mal, estamos pendientes de más atentados, masacres, muertos, bala.
Así está Colombia en este momento.