Bogotá, 13 junio de 2022.- Los colombianos manifestaron en la primera vuelta de las elecciones presidenciales su deseo de un cambio y el próximo 19 de junio tendrán que definir si esa «revolución» la hacen con el izquierdista Gustavo Petro o con el populista Rodolfo Hernández.
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Petro, senador y exalcalde de Bogotá, se hizo con la mayor votación de una primera ronda en la historia de Colombia (más de 8,5 millones de votos) a base de promesas de cambio, pero no contaba con que Hernández se colaría en el balotaje con el mismo objetivo: sacudir la tradición política colombiana de gobiernos conservadores y de partidos tradicionales.
«Estas elecciones son un parteaguas muy importante en la política colombiana, porque no importa cuál de los dos candidatos gane; es claro que va a haber un cambio muy fuerte», coincide, en una entrevista con EFE, Sandra Botero, profesora de Ciencia Política de la Universidad del Rosario.
Ninguno de los dos concurre con partidos tradicionales -Hernández lo hace con la Liga de Gobernantes Anticorrupción, que fundó cuando se lanzó a la Alcaldía de Bucaramanga; y Petro por el Pacto Histórico, una coalición de partidos de izquierdas e indígenas- y tampoco pertenecen -al menos de forma visible- a la corriente más influyente en el país en este siglo: el uribismo.
EL SUEÑO DE LA IZQUIERDA
«Lo que se disputa hoy es el cambio», decía Petro en su discurso tras proclamarse vencedor de la primera vuelta, pero también advertía: «puede haber cambios que son alzar una broca y dejarla caer a los pies, tirarse un tiro al pie».
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En este panorama, Petro se ha convertido en lo más tradicional, cuando su figura de líder de izquierdas, que es la tercera vez que concurre a unas elecciones, siempre ha sido lo revolucionario.
Petro, que tiene una amplía trayectoria en los pasillos del Congreso por su experiencia como parlamentario, es «una persona que lleva jugando mucho tiempo», describe Botero.
Por eso, en esta segunda fase electoral se ha presentado como el «cambio de verdad», pero el sensato. «Hay cambios que no son cambios, son suicidios», remarcaba el 29 de mayo, cuando le pidió a la sociedad que eligiera entre «suicidarnos o avanzar».
VIAJE A LO DESCONOCIDO
Hernández, por su parte, ha sido la sorpresa de la campaña, como también lo fue en Bucaramanga cuando se presentó en 2015 y las encuestas no le daban ninguna oportunidad de ser elegido. Su popularidad ha crecido como la espuma por sus promesas de lucha contra la corrupción, sus discursos carnales y por esbozarse como lo contrario a la politiquería tradicional.
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Denominado en los medios como el «Trump colombiano», describe el Congreso como un «nido de ratas», habla de «políticos ladrones hijueputas» y promete «no robar ni un peso» y asegura que asumirá el cargo en uno de los diez pueblos más pobres de Colombia en el que haya recibido más votos.
«Gana un país que no quiere seguir ni un solo día más con los mismos que han llevado a la situación dolorosa» en la que hoy está Colombia, decía en una declaración leída desde la cocina de su casa en Bucaramanga, su ciudad natal, el día que pasó a segunda vuelta.
Sin embargo, a pesar de que ha expuesto algunas propuestas en redes sociales, su principal plataforma, se sabe poco del «cambio» que ofrece Hernández y sus propuestas.
«Donde Petro tiene una agenda abiertamente de izquierda populista, que apela a un pueblo que ve excluidos a los nadies, a las personas que no han podido participar en la política colombiana, con Hernández tenemos más un populista obsesionado con la corrupción, cuyo discurso es fuertemente antipolitiquería», compara la profesora universitaria.
EL PORQUÉ DEL CAMBIO
Colombia llega a las elecciones anhelando de algo diferente, tras cuatro años de un Gobierno, el de Iván Duque, que hizo campaña por el «no» al acuerdo de paz, ha tenido una de las cifras más bajas de popularidad, con varios estallidos sociales, y ha tenido que lidiar con una pandemia que ha arrojado a decenas de miles de personas a la pobreza.
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Las oleadas de movilizaciones masivas y el descontento profundo agravado por la pandemia recorre toda la región latinoamericana, a lo que se suma «una crisis de representación» que hace crecer figuras que, en palabras de Botero, «llegan prometiendo soluciones fáciles»,
Este domingo se desvelará qué tipo de cambio quiere Colombia y si deja atrás sus miedos y odios por los gobernantes de izquierdas o sigue la tendencia de países como El Salvador de elegir a un líder jovial que promete acabar con todo.
EFE