Antioquia, Colombia, 29 diciembre de 2024.- Ante la cruda realidad que enfrenta el Norte de Antioquia, la población clama por paz y justicia. No podemos seguir callando ante la crisis que atraviesan estas comunidades, que viven en un entorno marcado por el olvido y el conflicto.
Esta hermosa subregión, cuna de un pueblo valioso y lleno de esperanza por alcanzar la paz, permanece sumida en el abandono. Campesinos y campesinas, con un profundo anhelo de transformar la imagen de guerra y dolor que la historia les ha impuesto, enfrentan una realidad que se torna cada vez más oscura.
La pérdida de la soberanía estatal en el Norte de Antioquia ha permitido la expansión y fortalecimiento de diversos grupos armados ilegales. En municipios como Ituango, Toledo, San Andrés de Cuerquia y Briceño, se libra una intensa disputa territorial entre el Ejército Gaitanista de Colombia (EGC) y las disidencias del EMC. Al mismo tiempo, en Angostura, Yarumal y Campamento, se ha consolidado una alianza entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias del EMC, en un intento por frenar el avance del EGC.
Este panorama demuestra que el conflicto no solo persiste, sino que se intensifica, desmintiendo cualquier afirmación de que la violencia en la región ha disminuido. Las amenazas, los desplazamientos forzados, los homicidios, los secuestros y los ataques armados siguen siendo el día a día de estas comunidades. En este contexto, los líderes sociales, fundamentales para la construcción de paz, se convierten en víctimas recurrentes de agresiones, mientras la población civil continúa siendo utilizada como peón en este trágico escenario.
Este año, el Norte de Antioquia ha registrado al menos dos casos de secuestro, ambos ocurridos en el municipio de Ituango. Uno de ellos fue un secuestro simple, mientras que el otro tuvo claros fines extorsivos. Trágicamente, en este último caso, los captores asesinaron a la víctima. El cuerpo, que se presume pertenece al joven Juan José Tobón, de 18 años, fue hallado sin vida en la vereda Los Galgos, a 11 kilómetros del casco urbano de Ituango, según confirmó la Alcaldía en marzo.
El análisis de los datos muestra un inquietante aumento en los casos de homicidio en la región, un indicador claro del deterioro de la seguridad y la paz. Este incremento no es solo una cifra; representa tragedias familiares, sueños truncados y una comunidad que sigue clamando por ser escuchada.
Homicidios en el Norte de Antioquia (con corte al 27 de diciembre de 2022, 2023 y 2024):
En 2023, se registró una reducción del 8.5% en los homicidios, lo que ofreció un rayo de esperanza en medio de la violencia. Sin embargo, este año, las estadísticas han tomado un giro alarmante, con un aumento del 10% en el número de casos.
Estas cifras no son simples números; detrás de cada una hay una vida humana perdida, una familia devastada y una comunidad aún más sumida en el dolor. Este aumento plantea una pregunta que nos interpela a todos como nación: ¿qué estamos haciendo como país?
La indiferencia generalizada frente a este drama humano plantea un cuestionamiento profundo sobre nuestra capacidad como nación para proteger a nuestros ciudadanos y construir una sociedad segura y justa. La violencia en el Norte de Antioquia no es un problema aislado; es un espejo que refleja las carencias de nuestra política de seguridad, la urgencia de alcanzar una paz verdadera y la necesidad de un compromiso real con el bienestar de las comunidades más vulnerables.
Es momento de actuar. Debemos ir más allá de las estadísticas y las declaraciones demagógicas para implementar políticas que no solo reduzcan estas cifras, sino que garanticen que no vuelvan a aumentar. Es esencial asegurar que cada vida cuenta, que cada vida importa, y que como país estamos dispuestos a hacer lo necesario para que la paz no sea solo una promesa, sino una realidad tangible para todos.
Homicidios en los municipios del Norte de Antioquia (con corte al 27 de diciembre de 2022, 2023 y 2024):
Los datos recopilados desde el 1 de enero hasta el 27 de diciembre de los últimos tres años muestran una realidad inquietante en el Norte de Antioquia:
Esta situación es especialmente alarmante en varios municipios del Norte de Antioquia:
- Yarumal: Con 35 homicidios, se posiciona como el epicentro de la violencia en la región.
- Valdivia: Registra 24 homicidios, evidenciando un aumento significativo.
- Ituango: A pesar de una ligera disminución, mantiene una preocupante cifra de 14 homicidios.
- San Andrés de Cuerquia: Reporta un alarmante aumento a 13 homicidios.
- Santa Rosa de Osos y Toledo: Ambos municipios registran 12 homicidios cada uno.
- San Pedro de los Milagros: Con 9 homicidios, refleja una tendencia creciente.
- Campamento: Con 8 homicidios, muestra una violencia persistente.
- Briceño: Aunque reporta 5 homicidios, esta estabilidad no significa paz.
Este panorama no es fruto del azar, sino el resultado de una reorganización territorial por parte de grupos armados ilegales que buscan controlar tanto áreas urbanas como rurales. La lucha por el dominio de estos territorios ha intensificado la violencia, transformando a estos municipios en campos de batalla donde los ajustes de cuentas y las confrontaciones directas ponen en riesgo constante la vida de sus habitantes.
Focos de Violencia en el Norte de Antioquia: Un Mapa con Claroscuros
Las variaciones en los índices de homicidios en el Norte de Antioquia a lo largo del año revelan un panorama complejo, marcado por incrementos y reducciones significativas en diferentes municipios:
- Toledo: Registra un dramático aumento del 500%, convirtiéndose en un foco alarmante para la seguridad en la región.
- San Andrés de Cuerquia: Con un incremento del 116.7%, evidencia una escalada inaceptable de la violencia.
- San José de la Montaña y Carolina del Príncipe: Ambos municipios presentan un aumento del 100%, duplicando las cifras de homicidios respecto al año anterior.
Este mapa de la violencia refleja la urgente necesidad de fortalecer las estrategias de seguridad y pacificación en estos territorios, que enfrentan dinámicas de conflicto cada vez más complejas.
Tendencias Contrapuestas en la Violencia del Norte de Antioquia
Algunos municipios del Norte de Antioquia registran preocupantes incrementos en los índices de homicidios, mientras que otros muestran alentadoras reducciones:
Incrementos en la violencia:
- Valdivia: Un aumento del 60% refleja una tendencia preocupante que exige atención inmediata.
- Yarumal: Con un incremento del 34.6%, sigue siendo uno de los municipios más afectados por la violencia.
- San Pedro de los Milagros: Un aumento del 28.6% subraya una tendencia adversa que no debe ser ignorada.
Reducciones en los homicidios:
- Angostura y Entrerríos: Ambos municipios reportan una reducción del 50%, lo que evidencia esfuerzos positivos en la lucha contra la violencia.
- Ituango: Con una disminución del 39.1%, muestra signos de mejora, aunque las cifras siguen siendo preocupantes.
- Briceño: Una reducción del 37.5% es alentadora, pero no suficiente para declarar una disminución significativa del conflicto.
- Gómez Plata: Con una baja del 25%, da un paso adelante en el camino hacia la pacificación.
- Santa Rosa de Osos, Campamento y Belmira: Cada uno presenta una reducción del 20%, lo que sugiere que las estrategias de seguridad están comenzando a mostrar resultados.
Este panorama mixto evidencia que, aunque hay avances en algunos territorios, otros siguen enfrentando una preocupante escalada de la violencia, lo que demanda estrategias diferenciadas y más efectivas.
Por fortuna, los municipios de Don Matías y Guadalupe no han mostrado variaciones en sus cifras de homicidios, manteniéndose estables con un 0% de cambio. Esto podría interpretarse como una estabilidad positiva o, por otro lado, un estancamiento en la lucha contra la violencia.
Estas disparidades reflejan la lucha territorial entre grupos armados ilegales por el control de territorios estratégicos, tanto urbanos como rurales. La situación en Toledo y San Andrés de Cuerquia es especialmente preocupante, debido al elevado porcentaje de incremento en homicidios. Esto evidencia una intensificación de las actividades criminales y subraya la necesidad urgente de una intervención efectiva.
Si bien la reducción de homicidios en algunos municipios ofrece un destello de esperanza, la estrategia de seguridad debe ser integral. Es imperativo que no solo se reprima la violencia, sino que también se promueva el desarrollo social y económico para abordar las raíces del conflicto. Sin una presencia y compromiso real por parte del gobierno, la paz y el desarrollo en el Norte de Antioquia continuarán siendo una meta distante e inalcanzable.
Persisten los Riesgos Señalados en las Alertas Tempranas 004-2020 y 011-2021 sobre Derechos Humanos en el Norte de Antioquia
El Norte de Antioquia sigue enfrentando un complejo escenario de riesgo, tal como lo advertían las Alertas Tempranas 004-2020 y 011-2021. La situación de derechos humanos en la región está profundamente influenciada por sus características geográficas y el conflicto armado.
La subregión, con una topografía montañosa y escarpada, dificulta el acceso y facilita que los grupos armados ilegales operen con relativa impunidad. Su ubicación estratégica entre Medellín y la costa atlántica aumenta su valor para los actores armados, ya que ofrece proximidad a zonas propicias para el cultivo de uso ilícito y controla importantes rutas de transporte.
Municipios como Yarumal, Ituango, Briceño, Angostura, San Andrés de Cuerquia y Toledo son puntos críticos. Sus recursos hídricos y complejidad geográfica los han convertido en campos de disputa desde la firma del Acuerdo de Paz en 2016, intensificando significativamente el conflicto armado.
Los grupos armados ilegales aprovechan los vacíos dejados por el Estado para consolidar su influencia y actividades ilícitas, utilizando el Norte como un corredor estratégico que conecta con el Bajo Cauca, Nordeste, Occidente, Valle de Aburrá y extensas áreas rurales. Estos corredores permiten la movilización de mercancías y personas, fortaleciendo sus operaciones ante la ausencia de una presencia estatal robusta y el control territorial efectivo por parte de las autoridades.
Afectaciones Persistentes a los Derechos Humanos en el Norte de Antioquia
Las comunidades de esta región enfrentan constantes y graves violaciones a los derechos humanos, como homicidios selectivos, desplazamientos forzados y el reclutamiento de menores. Una práctica recurrente es la instrumentalización de la población civil, usada como escudo humano en enfrentamientos, especialmente en zonas donde se controlan rutas y el tráfico de drogas, lo que aumenta el riesgo para la población.
En los últimos días, se han documentado nuevos casos en los que grupos armados ilegales instrumentalizan a la población. En áreas rurales como Ituango, Angostura, Campamento y Yarumal, los actores armados emplean tácticas de intimidación como la extorsión con fines sociales. Esto incluye exigir recursos económicos o regalos bajo amenazas para realizar supuestas «obras sociales», con el objetivo de ganarse a las comunidades. Sin embargo, estas tácticas no han reemplazado prácticas como las amenazas y el reclutamiento forzado, lo que genera un ambiente de violencia y miedo, obligando a los habitantes a colaborar o huir.
El cobro de extorsiones y los desplazamientos forzados siguen siendo preocupantes. Comerciantes y transportistas son especialmente afectados, viviendo bajo un clima de terror que contribuye a desplazamientos masivos. Aunque las autoridades han respondido con medidas como el incremento de la presencia policial en zonas críticas, estas acciones han resultado limitadas frente a la magnitud del problema.
Cultivos Ilícitos y Economías Criminales
El Norte de Antioquia sigue siendo una región estratégica para la siembra de cultivos ilícitos, en particular coca. Esto alimenta las economías ilegales, proporciona recursos a los grupos armados ilegales y complica los esfuerzos de erradicación y sustitución de cultivos.
Mapa de Dinámicas y Movilidad de Actores Armados
El escenario de conflicto en los municipios del Norte de Antioquia es complejo. Los principales grupos armados ilegales que operan en esta región son:
- Ejército Gaitanista de Colombia (EGC)
- Facciones disidentes de las antiguas FARC-EP
- Ejército de Liberación Nacional (ELN)
Estos grupos buscan consolidar su control territorial, utilizando la región como un corredor estratégico para actividades ilícitas, exacerbando el conflicto y las afectaciones a los derechos humanos.
Corredores Estratégicos y Dinámicas de Control en el Norte de Antioquia
Los corredores de movilidad que conectan los municipios de San Andrés de Cuerquia, Toledo, Campamento, Yarumal y Angostura son ejes estratégicos utilizados por los grupos armados ilegales para trasladar recursos, tropas y ejercer control territorial. Estas rutas, que también conectan con otros departamentos como Córdoba y Chocó, se han convertido en puntos clave para sus operaciones.
Para consolidar su poder territorial, estos grupos buscan controlar zonas de alta densidad poblacional y recursos estratégicos, lo que genera enfrentamientos y una intensa competencia entre ellos. Además del control físico del territorio, los grupos imponen normas y regulaciones sobre la población local, lo que crea un ambiente de temor y coacción constante.
El mapa de movilidad y las dinámicas de los actores armados reflejan un entorno donde estos grupos ejercen tanto control territorial como social. Esta situación se ve agravada por la falta de una respuesta estatal efectiva, lo que perpetúa la inseguridad, la violencia y la vulnerabilidad de las comunidades en la región.
Análisis de Afectaciones a la Fuerza Pública en el Norte de Antioquia en 2024
El año 2024 ha dejado una huella profunda en el Norte de Antioquia, una región asediada por la violencia de grupos armados ilegales, a pesar de su riqueza natural y el espíritu resiliente de su gente. Según los últimos informes del Ministerio de Defensa, se han registrado 15 acciones armadas en esta subregión, un sombrío recordatorio de que el conflicto persiste.
Impacto en la Fuerza Pública
La violencia ha golpeado duramente a la fuerza pública en su misión de proteger a la comunidad. Durante el año, seis miembros de la fuerza pública perdieron la vida en confrontaciones, dejando familias en luto y afectando la moral de sus compañeros. Además, 15 uniformados resultaron heridos, subrayando los peligros que enfrentan en este terreno hostil.
Municipios Más Afectados:
- Briceño: Una de las puertas de entrada al corazón de Antioquia, se vio afectado por la violencia armada. En Don Matías, dos integrantes de la fuerza pública resultaron heridos durante misiones, reflejando una escalada de violencia que amenaza con socavar la estabilidad local. Cerca de allí, en Entrerríos, dos miembros más de la fuerza pública también fueron heridos mientras cumplían con su deber, evidenciando un patrón alarmante en la región.
- Don Matías: Dos miembros de la fuerza pública resultaron heridos en misiones, reflejando un aumento de violencia que amenaza la estabilidad local.
- Entrerríos: Dos uniformados más resultaron heridos en el cumplimiento del deber.
- Gómez Plata: se reportó un caso de un miembro de la fuerza pública herido, un recordatorio de que ningún municipio está exento de la violencia.
- Ituango: conocido por su historia de resistencia y desafíos, se registraron dos militares heridos al enfrentarse a ataques armados.
- Santa Rosa de Osos: un municipio que lucha por preservar la paz, un integrante de la fuerza pública resultó herido, lo que incrementa la sensación de vulnerabilidad entre sus habitantes.
- Valdivia: la situación es especialmente crítica. Con 12 ataques contra la fuerza pública registrados durante el año, el saldo ha sido devastador: 6 muertos y 6 heridos. Este municipio se ha convertido en el epicentro de la violencia en la región, un verdadero campo de batalla donde cada día representa una prueba de resistencia y donde la presencia de la muerte se percibe como una constante cercana.
Factores que Alimentan el Ciclo de Violencia
Estas acciones armadas no son incidentes aislados, sino parte de una estrategia sistemática de desgaste y control territorial. Los grupos armados buscan:
- Dominar rutas estratégicas de transporte.
- Explotar recursos naturales.
- Imponer leyes paralelas que desestabilizan el orden estatal.
El Costo Humano del Conflicto
La comunidad, atrapada entre el fuego cruzado, vive en un estado constante de alerta, con el miedo como compañero diario. Los desplazamientos forzados, las extorsiones y el reclutamiento forzado de menores son algunas de las secuelas directas de este conflicto, que parece no tener fin y continúa afectando a los más vulnerables de la región.
Extorsiones en el Norte de Antioquia en 2024
El Norte de Antioquia ha enfrentado otro año marcado por serios desafíos en términos de seguridad, con la extorsión posicionándose como una de las principales preocupaciones. Según los datos proporcionados por el Ministerio de Defensa de Colombia para 2024, los casos de extorsión se distribuyen en varios municipios de la región.
No obstante, es importante tener en cuenta que estas cifras podrían subestimar la magnitud real del problema. La presencia de un subregistro significativo, motivado por la desconfianza de las comunidades hacia las autoridades y los altos niveles de impunidad, dificulta una evaluación completa del impacto de este delito en la región.
Extorsión en el Norte de Antioquia: Municipios Más Afectados
San Pedro de los Milagros y Yarumal lideran las cifras de extorsión en el Norte de Antioquia, con 14 casos reportados cada uno. Estas cifras reflejan una fuerte presencia de actividades extorsivas y convierten a estos municipios en focos prioritarios para estrategias de seguridad específicas, dada la concentración de incidentes.
Aunque la extorsión se distribuye a lo largo de varios municipios, existe una disparidad clara en las cifras. Santa Rosa de Osos y Don Matías también reportan números significativos, lo que sugiere la operación de amplias redes de actividades ilícitas destinadas a financiar otros crímenes o a ejercer control sobre la economía local.
La posibilidad de un gran subregistro agrava la situación. La desconfianza hacia las autoridades y el miedo a represalias impiden que muchas víctimas, especialmente comerciantes y transportistas, denuncien los casos. Esto dificulta no solo la comprensión completa del problema, sino también la implementación de políticas efectivas para combatirlo.
El impacto de la extorsión no se limita a las pérdidas económicas de las víctimas directas. Este delito genera un ambiente de miedo y desconfianza, afectando gravemente el tejido social y económico de la región, y perpetuando un ciclo de inseguridad y control ilícito.
La Consumación del Riesgo y las Responsabilidades Institucionales en Ituango y Briceño
El Informe de Seguimiento a la Alerta Temprana N°004-2020, emitido en diciembre de 2021, subraya la persistencia de un contexto crítico para los municipios de Briceño e Ituango, en Antioquia. La población civil continúa enfrentando graves situaciones de riesgo derivadas del conflicto armado.
Desde la emisión de la alerta en 2020, se ha evidenciado un incremento en los actos de violencia, entre ellos desplazamientos forzados, homicidios selectivos, reclutamiento de menores y violencia sexual. Los factores de riesgo persisten y se agravan debido a la expansión territorial de grupos armados ilegales como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), actualmente denominadas Ejército Gaitanista de Colombia (EGC), y las disidencias de las FARC-EP.
Este panorama subraya la necesidad urgente de acciones concretas y efectivas por parte de las instituciones estatales para garantizar la protección de la población civil y mitigar los riesgos en estos territorios.
Las recomendaciones propuestas, como la implementación de estrategias de seguridad específicas, la investigación de los grupos armados y la adopción de medidas de protección para comunidades vulnerables, han tenido un bajo nivel de cumplimiento. Esta falta de acción ha agravado la situación de riesgo, afectando de manera desproporcionada a líderes sociales y comunidades indígenas, y continúa poniendo en peligro los derechos humanos de la población.
La implementación efectiva de estas recomendaciones podría ser un paso significativo para mitigar la violencia y mejorar la seguridad y la convivencia en la región. No obstante, aunque las cifras presentadas brindan una idea de la magnitud del problema de los fenómenos de violencia en el Norte de Antioquia, es esencial reconocer que estas podrían ser solo la punta del iceberg, dejando a la población como las principales víctimas de esta crisis.
Desplazamientos Forzados 2023-2024 en el Norte de Antioquia
En el Norte de Antioquia, el desplazamiento forzado sigue siendo un dolor constante y casi invisible. Las Alertas Tempranas y sus respectivos seguimientos por parte de la Defensoría del Pueblo han señalado de manera clara cómo este fenómeno continúa afectando a la región, aunque con una reducción significativa entre 2023 y 2024.
Si bien el descenso del 75% en el número de desplazamientos es positivo desde una perspectiva cuantitativa, no debe interpretarse como un alivio completo, sino como un cambio en las dinámicas de violencia y control territorial ejercido por los grupos armados ilegales. El desplazamiento forzado ha adoptado un carácter más silencioso, menos visible en los medios, pero igualmente devastador.
Las familias que se ven obligadas a abandonar sus tierras lo hacen bajo amenazas, pobreza o intimidación, en un proceso que se desarrolla «gota a gota», sin los grandes estallidos de violencia que solían captar la atención pública. Esta invisibilidad ha transformado el sufrimiento de las víctimas en un elemento del paisaje social, que muchos comienzan a aceptar como algo normal.
Aunque las estadísticas generales muestran una disminución, el problema persiste. Es fundamental implementar políticas de prevención, acompañamiento y reparación eficaces que aborden las causas profundas del desplazamiento. La invisibilidad del fenómeno no debe llevar a la insensibilidad social, ya que cada caso representa un drama humano que no puede ser ignorado.
La reducción no significa que «ya no le duele a nadie»; más bien, indica que el dolor se ha vuelto parte de una rutina social que exige atención urgente y acciones concretas para garantizar que el desplazamiento forzado deje de ser una realidad en esta región.
Análisis de Desplazamientos Forzados por Municipio
Al observar el comportamiento del desplazamiento forzado en el Norte de Antioquia, se destacan variaciones importantes entre los municipios:
- Toledo: Registra una reducción del 58% en los casos de desplazamiento, pasando de 138 a 58. Este descenso podría reflejar un control más efectivo de la seguridad o un posible desplazamiento de las actividades violentas hacia otras áreas.
- San Andrés de Cuerquia: Presenta una disminución del 8%, lo que sugiere una leve mejora en las condiciones de seguridad. Sin embargo, el número de desplazados sigue siendo alto para un municipio con una población tan reducida.
- San José de la Montaña: Un incremento alarmante del 183% evidencia cómo el desplazamiento puede intensificarse en zonas que anteriormente no eran tan afectadas, probablemente debido a nuevas dinámicas de conflicto.
- Valdivia y Yarumal: Ambos municipios muestran reducciones significativas en el desplazamiento forzado, con un -75% y -71%, respectivamente, lo que podría ser indicativo de avances en la mitigación del fenómeno.
Este análisis subraya la necesidad de enfoques diferenciados para abordar las dinámicas de desplazamiento en cada municipio, considerando las variaciones en los niveles de violencia y los factores específicos que afectan a cada territorio.
Análisis de Desplazamiento en Municipios Clave
- Ituango: Aunque registra una reducción del 68% en los casos de desplazamiento, con 315 reportados en 2024, sigue siendo uno de los municipios más afectados. Ituango se ha convertido en un símbolo del desplazamiento forzado, donde la capacidad para absorber más víctimas parece haberse agotado y el papel de las instituciones, según los habitantes, se ha diluido hace tiempo.
- Briceño: Presenta la mayor reducción en desplazamientos, con un -88%. Sin embargo, los riesgos persisten tanto en las zonas rurales como urbanas, debido a recientes eventos que reflejan planes de expansión y consolidación de los grupos armados ilegales.
- Entrerríos: Es el único municipio que no reporta desplazamientos en 2024, una excepción notable en el contexto general de violencia en la región.
Este panorama refleja tanto avances como desafíos, subrayando la importancia de fortalecer las capacidades institucionales y de abordar las dinámicas específicas de cada territorio para garantizar la seguridad y el bienestar de sus habitantes.
Conclusiones
El conflicto en el Norte de Antioquia persiste e incluso se intensifica, aunque de maneras más silenciosas pero igualmente devastadoras. Las comunidades continúan siendo víctimas de amenazas, pobreza e intimidación por parte de grupos armados que han consolidado su poder en la región.
La falta de una intervención eficaz y sostenida por parte de las autoridades ha creado un vacío que perpetúa la vulnerabilidad y el temor entre la población. Es urgente que la mirada y la voluntad se dirijan hacia esta zona para abordar la crisis humanitaria, reconociendo que el silencio no significa paz, sino un dolor normalizado que necesita ser enfrentado.
La respuesta del Estado debe ser integral. Más allá de la presencia de fuerzas de seguridad, se requiere la implementación de políticas que aborden las causas profundas del conflicto, como el desarrollo social y económico, el apoyo psicológico para las víctimas y la promoción de procesos genuinos de reconciliación y justicia.
El incremento de homicidios, extorsiones y ataques a la fuerza pública en municipios como Yarumal, Valdivia e Ituango destaca la necesidad de una estrategia comprometida, real y transparente con la paz. Es fundamental ir más allá de medidas a corto plazo y enfocarse en soluciones sostenibles que no solo contengan la violencia, sino que transformen las dinámicas sociales de la región.
El Norte de Antioquia se encuentra atrapado entre el olvido y la repetición del conflicto, con una población que clama por paz y justicia. La pérdida de soberanía estatal ha permitido que los grupos armados fortalezcan su presencia, disputando territorios estratégicos y generando un ambiente de terror que afecta no solo a los desplazados, sino a toda la estructura social y económica de la región.
La implementación de recomendaciones de las alertas tempranas, como la protección a líderes sociales y comunidades vulnerables, ha sido insuficiente, dejando a la región en un estado de constante riesgo y evidenciando las fallas en las responsabilidades institucionales.
Para que el Norte de Antioquia deje de ser una zona de conflicto y se convierta en un espacio de desarrollo y seguridad, es fundamental un compromiso real y sostenido del Estado. No se trata solo de reducir cifras de violencia, sino de cambiar radicalmente la realidad de sus habitantes, alejándola de promesas incumplidas que solo resurgen en tiempos de elecciones.
A.U.