«El Gobierno se propuso hacer trizas la paz y no lo logró»: Rodrigo Londoño

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Bogotá, 23 de noviembre de 2021.- «Presidente, yo sueño el quinto aniversario de la paz dándonos la mano ante el pueblo colombiano y ratificando que la paz va», le dijo el último líder de la cúpula de las FARC, Rodrigo Londoño, a Iván Duque. Sin embargo, la fotografía no se dio y la antigua guerrilla lamenta la falta de compromiso del Gobierno con la implementación del acuerdo.

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«Desafortunadamente los colombianos elegimos un presidente que fue avalado por un partido político que siempre se opuso a los acuerdos, que incluso en la campaña electoral dijeron que la meta era hacer trizas los acuerdos (…) Y en este quinto aniversario hay que decir que no lo lograron», resalta el líder del ahora partido Comunes en una entrevista con Efe.

Cinco años después de la firma que puso fin a más de medio siglo de conflicto, Londoño considera que fue «la mejor decisión que tomamos» y «un acierto que yo creo que nadie puede negar».

En los primeros años de esa firma en muchas regiones se «logró acariciar la paz» o al menos «la posibilidad de construir un futuro, construir patria en paz», añade, pero la llegada del Gobierno de Duque nubló esas esperanzas.

«Eso cambia con el nuevo gobierno porque (…) empieza la estigmatización», lamenta el exguerrillero.

Por eso ve fundamental parar la estigmatización. «Desde el Estado colombiano no se fomenta la reconciliación, lo contrario, más bien se utiliza la estigmatización lo que fomenta que haya las contradicciones y los choques entre colombianos», dice.

En su argumentación, al exlíder de las FARC, de 62 años, se le olvida la palabra «reconciliación». Se queda en silencio y asegura que se le ha ido de la boca, que hace mucho tiempo que no le pasaba.

También en estos cinco años, algunos de los líderes que negociaron en La Habana, como Iván Márquez o Jesús Santrich, volvieron a las armas. «No son disidentes, son desertores del proceso», insiste Londoño, quien asegura que no ha intentado ponerse en contacto con sus excompañeros.

«Aquí nos quedamos los más y los mejores y eso (la deserción) no tiene futuro; no son banderas políticas, su naturaleza, su aspiración es otra y no tiene futuro», sentencia.

FOTO FRUSTRADA

Londoño lamenta que la vez que Duque le llamó para sentarse a conversar no fue «la conversación íntima, de tú a tú» que él esperaba.

Le preguntó sobre este aniversario, el último en el mandato de Duque, y él lo imaginó reviviendo esa fotografía histórica, del expresidente Juan Manuel Santos estrechándole la mano. Todos sonriendo orgullosos.

«No fue posible ponernos de acuerdo para construir algo conjunto en función de este quinto aniversario porque ellos siempre con esa cosa de la ‘paz con legalidad'», dice en referencia al programa del Gobierno para la implementación del acuerdo.

«¿Qué quiere decir eso? -continúa- ¿Que la paz anterior era ilegal? Parece un sofisma con el cual ocultan su concepción de que no están por la paz, sino que siguen fomentando la guerra como forma de conducir y forma de gobernar».

PERDÓN A MEDIAS

Pero a la cúpula de las FARC -que próximamente recibirá las primeras condenas de la justicia transicional por su responsabilidad en los secuestros de miles de personas- también se les ha criticado la hipocresía.

En estos años se han puesto frente a las víctimas y les han mirado a la cara casi sin inmutarse, sin lágrimas y pidiendo un perdón que a muchos les sonó vacío.

«Eso es complejo, de cómo usted mide si es sentido o no es sentido», dice en su defensa Londoño, quien incide en que en su caso sí que lo fue.

Empezó a darse cuenta de las heridas que habían causado cuando llegó a La Habana para las negociaciones. Y ahora, si se volviera a repetir, «jamás tendría yo el secuestro como una forma de financiación» porque lo ve «antiético».

Sin embargo, justifica, que cuando estaba en el conflicto «esa dinámica de la guerra no le permite a uno reflexionar».

AÑORANZA DE LA COLECTIVIDAD

«Timochenko», como se le conocía en su época de guerrillero, estuvo 40 años en las FARC y seis comandándola. De esos años dice que añora «vivir en el colectivo que vivíamos cuando éramos guerrilleros».

Ahora es él y su familia, su «compañera» y un hijo de dos años, pero «esa vida de colectivo es la que yo más he extrañado porque además era una vida de colectivo que le afianzaba a uno los valores que las FARC le inculcaba a uno desde que ingresaba».

Probablemente sea esa colectividad lo que ha hecho que muchos firmantes de paz sigan viviendo en las zonas que les habilitaron para la desmovilización, los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR).

Muchos de estos firmantes -296 en estos cinco años- han sido asesinados, lo que también se lo atribuye a la «estigmatización» del Gobierno.

«Este quinto aniversario nos debe servir para reflexionar sobre eso y lograr los esfuerzos para la meta que tenemos los colombianos en el 2022, de elegir un presidente y un Congreso que garantice que sí vamos a transitar por los caminos de la reconciliación y la paz», pide.

Cuando a Londoño se le pregunta qué es la paz, recapacita unos segundos y responde: «La paz está en la certidumbre de que uno puede trabajar, vivir, ponerse una meta en el futuro sin miedo a que la guerra se lo impida».

EFE

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