El Encano (Colombia), 14 de noviembre de 2021 – En la laguna de La Cocha, la segunda más grande de Colombia, además de peces nadan bidones de aceite y partes de coche, que hacen que su belleza natural se enturbie, por lo que empresas privadas apoyadas por el Gobierno se unieron para liberarla de estas toneladas de basuras.
Este cuerpo de agua de origen glaciar está ubicado en El Encano, un pintoresco caserío distante 29 kilómetros de Pasto, la capital del departamento de Nariño (suroeste), a 2.680 metros del nivel del mar.
En esta laguna de tonos verdes, conocida también como Lago Guamués, está la isla La Corota, un santuario de flora y fauna que sirve de refugio a las garzas blancas, a patos y a otras aves migratorias y que con sus 15,2 hectáreas es el área protegida más pequeña del país.
En los alrededores de La Cocha, el segundo cuerpo de agua más grande del país —el primero es la laguna de Tota, en el departamento de Boyacá (centro)— también se asientan comunidades de campesinos descendientes de indígenas quechua, kamsá, quillacingas y kofán que consideran el área como un lugar sagrado.
Por toda la riqueza cultural y ambiental en el año 2000 La Cocha fue declarada como Humedal de Importancia Nacional e Internacional Ramsar, siendo la primera con esta calificación en la región andina colombiana.
TURISMO Y MEDIOAMBIENTE
La Cocha, de unos 80 metros de profundidad, se ha visto afectada por la basura, especialmente plásticos y vidrio, por lo que se han realizado jornadas de limpieza en las que se han encontrado desde bidones de aceite —de uso doméstico e industrial— hasta partes de vehículos.
La iniciativa la lidera la empresa nariñense Centro de Buceo Marlin, la Concesionaria Vial Unión del Sur, de la que hace parte la española Sacyr, al igual que la Gobernación de Nariño, entre otras organizaciones.
«La Laguna de La Cocha es muy importante a nivel mundial, es por eso que cada año estamos buscando hacer la limpieza subacuática», expresa a Efe Juan Carlos Yela Caicedo, del Centro de Buceo Marlin.
El ambientalista agrega que además de limpiar el fondo de la laguna también quieren «educar ambientalmente a la comunidad a través de talleres para mitigar el problema y darle sostenibilidad» al turismo y a los deportes acuáticos.
En la primera jornada de limpieza, unos 40 buzos lograron sacar del fondo de la laguna 626 kilos de basura. Fue en 2019 y se sacaron 1.798 piezas de residuos, el 70 % plásticos.
Este año esperan superar esa cifra, aunque se han encontrado talanqueras como la época de lluvias que aumenta el caudal de ríos que van a la laguna tornando el agua más oscura e impidiendo la visibilidad necesaria para ubicar y sacar la basura.
«Nuestro objetivo es que sea una propuesta que se consolide y se realice cada año y generar conciencia en la comunidad de que contamos con un gran tesoro que debemos proteger», puntualiza Yela.
La iniciativa también fue apoyada por la Armada colombiana que a través de sus buzos saca los elementos más grandes y pesados.
REACTIVACIÓN DE LA ECONOMÍA
A la par de la limpieza, los lugareños esperan recuperar el turismo, una de sus principales fuentes de ingresos, golpeado fuertemente por las restricciones por la covid-19.
«A nosotros nos dio duro la pandemia porque la gente no podía venir a pasear y conocer nuestra laguna», relata a Efe Yaneth Vásquez, una lanchera de la zona.
Ella, una de las 130 personas de la Asociación de Transporte Fluvial, añora los tiempos en que su lancha la ocupaban turistas de «otros países» que pagaban hasta 200.000 pesos (poco más de 51 dólares de hoy) por un recorrido «bien completo».
Lo mismo piensa José Eduardo Josa, que además de turistas, transporta ganado en su lancha.
«Ojalá que el turismo regrese y pueda seguir disfrutando de nuestra laguna porque también nosotros necesitamos del turismo», asegura el campesino que se siente orgulloso de habitar en este lugar que para él es como «un paraíso en la montaña».
EFE