Las panteras de Florida, una subespecie del puma americano de la que aproximadamente quedan solo entre 120 y 230 ejemplares, han comenzado el 2020 fatídicamente con cuatro muertes por atropello en las dos primeras semanas del año.
La última ocurrió hace siete días en las inmediaciones de Immokalee (en el sur de Florida), donde se encontraron los restos de una hembra con signos de haber sido atropellada por un vehículo.
De las cuatro muertes documentadas en lo que va de año, tres fueron por choques contra automóviles y la cuarta se debió a un tren, según informó la Comisión de Conservación de la Pesca y Fauna salvaje de Florida (FWC).
Las alarmas de la comunidad científica han saltado debido a que el pasado año murieron 27 de estos animales llamados científicamente Puma concolor coryi, de los cuales 23 fueron atropellados.
LA MUERTE ESTÁ EN LA CARRETERA
De acuerdo con las estadísticas de la FWC, que dispone de una guía para las personas que viven en zonas donde hay panteras y un mapa de avistamientos, que muestra que el sur del estado es su reducto principal, la muerte se esconde en la carretera para estos bellos animales.
Generalmente nacen con los ojos azules y la piel con manchas, y de adultos pasan a tener ojos amarillos y la piel de un color uniforme entre tostado y amarillento con un brillo plateado.
Los machos pueden medir hasta dos metros de largo y 70 centímetros de alto en los hombros.
Dave Onorato, investigador de FWC, dijo a Efe que de las muertes documentadas de panteras floridanas, la causa número uno son los accidentes en las carreteras.
Esos felinos recorren grandes distancias pues su hábitat es muy extenso, de hasta 520 kilómetros en el caso de los machos, y «ahí es cuando se ponen en peligro», comenta Onorato.
Los machos resultan por ese motivo más afectados por el desarrollo humano que las hembras, que suelen vivir en unos 195 kilómetros cuadrados en lugares cercanos a donde nacieron y comparten así una parte del territorio del hogar de sus madres.
«Es muy complicado lidiar con esto teniendo en cuenta cómo está creciendo la población en Florida, debido a que cada vez más gente se muda aquí. Hay más de 21 millones de personas en todo el estado, lo cual genera que cada vez haya más carreteras», asegura Onorato.
DE REYES A LA EXTINCIÓN
Hace siglos los pumas se encontraban en lo más alto de la cadena alimenticia y se extendían por gran parte de todo Norteamérica, pero la expansión del hombre y la caza los acorraló hasta casi su extinción.
En 1980, tan solo quedaban veinte panteras de Florida.
Sin embargo, la comunidad científica reaccionó declarando la especie en peligro en 1973, y en 1995 inició un plan de repoblación para evitar su completa desaparición gracias a la introducción en su territorio de ocho hembras de puma concolor, comúnmente conocido como león de montaña o americano, provenientes de Texas.
Se trataba de una especie con la que, históricamente, la pantera de Florida ya se había reproducido de forma natural, aunque el intercambio genético entre ambas especies cesó a finales de 1800, cuando su hábitat en el sureste de los Estados Unidos se empezó a fragmentar.
Actualmente no queda ningún puma proveniente de Texas en la zona de Florida, pero el resultado fue muy satisfactorio, al conseguir aumentar la población de forma gradual, aunque todavía siguen amenazados.
Además de las carreteras, una enfermedad neurológica cuyo origen no se ha determinado también causa mella en la población de estos animales, que no son panteras propiamente dichas pese al nombre.
INICIATIVAS DE PREVENCIÓN
Una de las grandes iniciativas de la FWC para prevenir «la causa de mortalidad número uno» de estos pumas es «la construcción de pasos para animales salvajes en zonas en las que se hayan localizado varios de estos fallecimientos», un proyecto que la organización está desarrollando en colaboración el Departamento de Transporte del Estado.
«Junto con esto, también estamos poniendo en marcha unas iniciativas de vallado para ciertas carreteras, y así obligar a las panteras que deseen cruzar estas zonas a hacerlo por un paso seguro», explica Onorato.
La organización quiere vallar entre 45 y 50 millas (entre 72 y 80 kms) de la autopista Interestatal 4 que cruza de este a oeste el estado de Florida desde Tampa a Daytona Beach, y añadir pasos de nivel para animales salvajes cada pocas millas, para prevenir que se topen con vehículos que «viajan a más de 70 millas (112 km) por hora».
«Aun así, aún quedan muchas carreteras que no tienen y no tendrán nunca ese vallado y pasos para los animales. Estas infraestructuras son muy caras, pero este es un pequeño paso para alcanzar nuestros objetivos y evitar la extinción de esta especie», advierte el investigador.
EFE.