Antioquia, Colombia, 30 septiembre de 2022.- El Gobierno anterior, el de Iván Duque, nos aseguró que en el Oriente antioqueño no había cultivos de hoja de coca. No sabemos qué intención encierra esa afirmación, si pretender que la comunidad esté tranquila y haga como las autoridades, ignorar la realidad, o, tal vez, ocultar esta verdad públicamente, para que secreta y fácilmente los grupos armados ilegales sigan con su negocio ilícito.
Antes de morir, en diciembre de 2020, el ministro de Defensa de Iván Duque afirmó que se habían erradicado cerca de 150 hectáreas sembradas con mata de hoja de coca en el Oriente de Antioquia.
El ministro Carlos Holmes Trujillo también aseguró que fueron destruidos 34 laboratorios para la producción de pasta base de coca, y cuatro laboratorios para elaborar clorhidrato de cocaína. Es decir, sin hojas de coca y sin laboratorios no hay cocaína y, por tanto, no hay narcotráfico, no hay guerra, no hay muertes.
Los cabecillas se resignaron y el problema se acabó en esa subregión. Un mundo fantástico, casi escrito por H. G. Wells. Está bien soñar con una vida mejor, con una que queremos vivir o una en la que no queremos hacerlo, pero nos mintieron. El Gobierno Duque no acabó con el narcotráfico en el Oriente.
Por el contrario, los cultivos crecen, hay más laboratorios, más grupos ilegales detrás del próspero negocio de las drogas ilícitas, más muertes, más inseguridad.
En las veredas Las Margaritas, La Arauca, El Paraíso, La Palmera, Altavista y La Arabia del municipio de San Luis, se han hallado varios complejos cocaleros.
El más reciente fue en la vereda La Holanda del municipio de San Francisco, con una capacidad para producir 300 kilos de clorhidrato de cocaína al mes. Esta zona es de gran movilidad para las AGC, Clan Isaza y Los Pamplona, quienes se han distribuido la totalidad de este municipio.
En esta subregión vienen en aumento la siembra y resiembra de cultivos ilícitos. También en Nariño, Sonsón, Cocorná, Peñol y Argelia hay matas de coca.
Los mismos reportes de las incautaciones muestran la pertenencia de los laboratorios, jurisdicciones donde grupos armados como las AGC, Clan Isaza, «Los Urbanos» y otras organizaciones criminales se han repartido territorios y estarían fortaleciendo estrategias para la fabricación y distribución de estas sustancias valiéndose del débil papel de las instituciones locales.
Es evidente que, si hay cultivos, también hay grupos armados que los controlan. Si hay microtráfico, se entiende que existen grupos armados ilegales detrás de todo esto. Ese cáncer está carcomiendo la tranquilidad de los habitantes del Oriente, pues se han incrementado los homicidios, los desaparecidos, las amenazas, las extorsiones y se deterioran todos los aspectos de orden público.
La zona de impacto es mucho más amplia de lo que se piensa. Desde nuestro Portal de Noticia Análisis Urbano se ha hablado sobre otros corredores que pasan por las veredas La Pascualina (Carmen de Viboral), también desde San Francisco y Argelia por todo el cañón del Río Verde, igual que en el corredor de la Pascualina.
El sector de El Ocho, en Cocorná, también tiene corredores importantes para la movilidad de estas estructuras e incluso los municipios de Granada, San Carlos y San Luis cuentan con otros corredores estratégicos.
Con todo esto, es claro que los grupos armados, los cultivos ilícitos, los homicidios y la criminalidad se siguen tomando cada espacio en el Oriente de Antioquia.
Los falsos anuncios, las declaraciones agresivas, las bravuconadas de algunos oficiales comandantes no logran ocultar la realidad. Mentirle a la comunidad sobre la verdadera situación en Oriente solo empeora el orden público, desangra a la subregión y favorece a los bandidos. ¿Es eso lo que buscan las autoridades?.
Con todo esto, el Oriente no es como antes, un laboratorio de guerra. Y nadie quiere que ese laboratorio de guerra regrese. No más farsa.
A.U.
