Pareciera que, con una amplia aceptación colectiva, la corrupción formara ya parte de la vida normal de la sociedad. Es una realidad que se conoce y se denuncia, pero que también en cierta forma se tolera y se acepta; es un tema de conversación cuando queremos señalar la raíz de muchos males que vivimos, pero se queda en un lenguaje vacío y sin consecuencias. En efecto, la corrupción como que empieza a formar parte de nuestra “cultura”. Tan mal están las cosas, que hace algunos años en un país vecino, un político fue reelegido cuando se presentó con este lema: “Robo, pero hago”. Tal vez, pocos expresen hoy su dignidad con la conocida fórmula: “Pobre, pero honrado”. LA ACABAMOS O NOS ACABA – El Colombiano.