Sabia medida: Policía Nacional llamará AGC al Clan del Golfo  

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La Policía Nacional ha resuelto, por fin, llamar “Autodefensas Gaitanistas de Colombia”, “Gaitanistas” o “AGC” a quienes antes denominaba “Clan del Golfo”. Acertada decisión.

Colombia, 17 septiembre de 2023.- La razón no pelea con nadie. Llamar a las cosas por su nombre, como en este caso, no es una decisión que, de por sí, reconozca estatus político a una estructura armada ilegal o que resalte, vía apología, sus actividades delictivas. No. Es un asunto de coherencia, de inteligencia.

La gente del común, el ciudadano de a pie, el habitante rural o urbano de las zonas en las que destaca esa agrupación al margen de la ley, la conoce como Autodefensas Gaitanistas de Colombia, Gaitanistas o AGC, no como Clan del Golfo. Entonces, ¿para qué llamarla así? La decisión, sin embargo, no es iniciativa de la Policía, es consecuencia de una política del Estado colombiano, planteada por su Jefe, Gustavo Petro, quien ha querido “desarmar el lenguaje de guerra” con el objetivo de alcanzar la Paz Total.

Ya había ocurrido algo similar con el ELN, al que, en lugar de guerrilla, se le llama “organización rebelde”, y con los Pachenca, que ahora son las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada -ACSN-.

Es por esta razón que, en el más reciente boletín de los más buscados de esa estructura, la Policía los señala como integrantes de las AGC. Asimismo, en el volante predomina el azul, el nuevo color de la Policía, y ya no el verde oliva que la caracterizaba.

En el cartel, la Institución informa que, en desarrollo de la Operación Sostenida Cóndor, se ofrecen hasta cinco mil millones de pesos ($5.000.000.000) por información que conduzca a la captura de Jobanis de Jesús Ávila Villadiego, alias Chiquito Malo; y la misma cifra se ofrece por José Gonzalo Sánchez Sánchez, alias Gonzalito, quien sería el segundo al mando, en reemplazo de Wilmer Antonio Giraldo Quiroz, alias Siopas, asesinado en febrero de este año en Dabeiba, Antioquia.

Según la misma Policía, alias Gonzalito sería el responsable del Plan Pistola que las AGC adelantaron contra agentes de esa institución, nefasta cruzada que habría realizado con la estructura Roberto Vargas Gutiérrez, de la cual es el líder principal. Esa agrupación ilegal cuenta con las subestructuras “Javier Yepes Cantero”, “Uldar Cardona Rueda”, “Rubén Darío Ávila”, “Jorge Iván Arboleda Garcés” y “Julio César Vargas Torres”, en la que militan unos 300 hombres y que hacen presencia en el Urabá antioqueño y el departamento de Córdoba.

También figuran, como mandos medios y con una recompensa de hasta ciento dieciséis millones de pesos ($116.000.000): Orozman Orlando Ostén Blanco, alias Rodrigo Flechas; José Miguel Demoya Hernández, alias Chirimoya; Wilmar Albeiro Mejía Úsuga, alias Richard; Luis Enrique Nisperuza Bedoya, alias Bigote; y Santander Franco Jiménez, alias Omar o Niño. Por otros integrantes, se ofrecen hasta cincuenta millones de pesos ($50.000.000).

¿Por qué no Clan del Golfo?

Desde este portal de noticias hemos insistido en que el Clan del Golfo no existe. Esta fue una denominación que las autoridades le asignaron para evadir problemas y evitar la estigmatización de la que eran víctimas una subregión y una familia. Sin embargo, el eufemismo no cambió nada y la estigmatización, por el contrario, se extendió a los habitantes del Golfo de Urabá y a más familias que se han sentido desdichadas por tener los mismos apellidos de sus alias, sus subestructuras o la estructura propiamente dicha.

El entonces presidente Juan Manuel Santos, en abril de 2014, le ordenó a su director de la Policía, general José Roberto León Riaño, cambiarles el nombre a los “Urabeños”. La orden la cumplió un año después el general Rodolfo Palomino, quien, como director de la Policía, ordenó llamarlos “Clan Úsuga”, pues era una banda conformada por la familia Úsuga David.

Posteriormente, en junio de 2016, un ciudadano antioqueño le exigió al presidente Santos cambiar ese nombre, pues él era de apellido Úsuga y eso le estaba trayendo muchos problemas tanto en Colombia como en el exterior. Desde entonces, y mediante decreto, se les nombró “Clan del Golfo”.

Pero esa estructura nunca ha ostentado esos nombres, ninguno. Primero, iniciaron como “Héroes de Castaño”, en el año 2006, cuando surgieron del mal proceso de desmovilización adelantado entre el gobierno Uribe y las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC. Como su sede principal estaba en Urabá, las autoridades los llamaban los “Urabeños”. Dos años después, cambiaron su nombre de “Héroes de Castaño” a “Gaitanistas”, para destacar la memoria de uno de sus líderes, asesinado por la Fuerza Pública, y que era de apellido Gaitán.

No fue por referencia a Jorge Eliécer Gaitán, eso ocurriría después, en septiembre de 2013, cuando quisieron participar en procesos de paz, instante que aprovecharon para ampliar su nombre a “Autodefensas Gaitanistas de Colombia”, AGC, un grupo que esta vez sí contaba con “ideales políticos”, tal cual lo asentaron en sus estatutos, situación que, según sus ideólogos, les garantizaba un lugar en cualquier proceso de diálogo con el Estado, pues sus acciones ahora sí tenían motivaciones inspiradas en la lucha contra la corrupción y la politiquería, y la protección a la sociedad más pobre, a tono con el discurso del caudillo liberal.

En los últimos meses, las AGC han tenido un crecimiento del 360 % y hacen presencia en 332 municipios de 14 departamentos colombianos, con aproximadamente ocho mil integrantes. En la actualidad, esa estructura está comandada por Jobanis de Jesús Ávila Villadiego, alias Chiquito Malo, y sus negocios se extienden hasta los Estados Unidos, México, Brasil y Venezuela y otros países de Europa, Asia y Oceanía.

La ONG Corpades y la Agencia de Prensa Análisis Urbano tienen información de buena fuente que señala que tanto el Gobierno Nacional como las AGC están en conversaciones para que regrese el Cese al Fuego y de Hostilidades y se instale prontamente una mesa de negociación sociojurídica. Ya tenemos un ejemplo en el Espacio Dialógico del Valle de Aburrá de cómo debe ser esta mesa. Debe existir una comisión de verificación y monitoreo con presencia de observadores de las partes y de la comunidad internacional. ¿Cómo no luchar por la Paz Total, si un acuerdo con las AGC llevaría tranquilidad a cerca de 22 millones de colombianos? Es un asunto de coherencia, de inteligencia.

A.U.

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