A pesar de las numerosas capturas —cerca de 78— y los golpes que ha recibido Pachelly por parte de las autoridades, el poder de la banda aún no logra fracturarse. Sus jefes capturados continúan administrando «los negocios» desde la cárcel.
Juan Fernando Amaya, luego de haber salido de la cárcel, estuvo buscando empleo, llegando a Rionegro donde un empresario estuvo dispuesto a contratarlo, de no ser porque al revisar su hoja de vida se dio cuenta de que había pertenecido a las Farc. Sin apoyo del Gobierno y un empresariado indolente, sin familiares en la ciudad y a la deriva, decidió irse para Ituango, en donde estuvo unos días en la zona veredal de Santa Lucía.
La madera tipo achapo y marfil, avaluada en unos $200.000.000, habría sido extirpada ilegalmente de las selvas de los departamentos de Putumayo, Caquetá y Amazonas. Los implicados en el hecho no contaban con los permisos para la comercialización del recurso natural, utilizado en Colombia para ebanistería, carpintería y fabricación de objetos decorativos.
Información extraoficial suministrada por coroneles de los batallones del Bajo Cauca dan cuenta de la aparición de un mafioso y paramilitar conocido con el alias de Montero, al parecer procedente de Barbosa, Antioquia, con cercanía a Los Triana y a la Oficina del Valle de Aburrá.
La estructura de Los Pesebreros se encuentra en la actualidad bajo el mando de Camilo A, conocido también como Camilo el Grande, o Ilo, criminal que ha delegado en alias el Tío, conocido como Bernardo o Careperro, el control del citado barrio. Este sujeto, en compañía de William Alberto Duque, alias el Diablo, quien es el encargado de la zona comprendida entre Córdoba, el Diamante, San German y La Iguaná, estuvieron, presuntamente, involucrados en los asesinatos.