Los delincuentes, aprovechando que sus víctimas perdían la conciencia, saqueaban sus cuentas bancarias y se apropiaban de sus elementos de valor. Pero ahí no terminaba todo. El desconocimiento de los efectos nefastos que produce ese alcaloide, cuya sobredosis puede causar delirio, parálisis, estupor y la muerte, hizo que en muchos casos sus víctimas perdieran la vida y se vieran obligados a abandonar los cadáveres en las afueras de la ciudad o en alguna banca.
El pasado 6 de diciembre, en horas de la noche, salió con algunas personas a una discoteca de la carrera 70. Así quedó registrado en las cámaras de seguridad. Desde entonces no se tenía noticias del docente.