De lo expresado anteriormente nace precisamente el pesimismo del suscrito frente al desbordado optimismo que embargó a los colombianos con la visita de Francisco y ello, basado en la incoherencia e inconsecuencia de los opositores del proceso, a quienes les cae de perlas el refrán popular: «a Dios rezando y con el mazo dando».
A lo largo de la entrevista dejó claro lo que significa el paramilitarismo en este país, un riesgo inminente para la implementación del acuerdo final firmado por las FARC con el Gobierno. Si se firma un acuerdo con el ELN ellos esperarían que el Estado se comprometiera «no en el papel, sino en hechos, en desarticular el paramilitarismo».
Sin embargo, cada esfuerzo que vaya nutriendo esa construcción de paz siempre debe de ser valorado. Es el caso de los diálogos ente el Gobierno nacional y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), iniciados en febrero y que pretenden ponerle fin a un conflicto que, al igual que las FARC, cumple ya más de medio siglo.
Por lo anterior, no deben causar extrañeza las dificultades que afrontó la negociación y que sigue enfrentando en la implementación de los acuerdos, ya que la desconfianza entre las partes es comprensible. No obstante lo anterior, los avances alcanzados hasta la fecha con el Acuerdo de Paz son irrefutables...
“Es un reto muy grande, una responsabilidad tremenda, nosotros estamos convencidos que hay gente que confía en nosotros. Nosotros sabemos que hay gente en Colombia que sigue admirando la resistencia colombiana y que la enarbole la insurgencia.