A pesar de las numerosas capturas —cerca de 78— y los golpes que ha recibido Pachelly por parte de las autoridades, el poder de la banda aún no logra fracturarse. Sus jefes capturados continúan administrando «los negocios» desde la cárcel.
Juan Fernando Amaya, luego de haber salido de la cárcel, estuvo buscando empleo, llegando a Rionegro donde un empresario estuvo dispuesto a contratarlo, de no ser porque al revisar su hoja de vida se dio cuenta de que había pertenecido a las Farc. Sin apoyo del Gobierno y un empresariado indolente, sin familiares en la ciudad y a la deriva, decidió irse para Ituango, en donde estuvo unos días en la zona veredal de Santa Lucía.
Después de este panfleto, dos maestros, que según la Asociación de Educadores de Antioquia (Adida) participan del paro general convocado por Fecode, fueron objeto de un atentado en su residencia en Santa Rita, corregimiento de Ituango.