Medellín, Colombia, 15 enero de 2025.- Hace dos años, expertos y organizaciones como Corpades y Análisis Urbano advirtieron sobre la posibilidad de que el Valle de Aburrá se convirtiera en un punto estratégico para la producción y tráfico de fentanilo. Desde entonces, el panorama no ha hecho más que deteriorarse: informes recientes señalan un crecimiento en la distribución local de mezclas sintéticas mortales, como el denominado «Tuci brutal» .
El fentanilo, un opioide sintético barato y altamente adictivo, ha causado estragos en países como Estados Unidos, donde en 2023 las sobredosis relacionadas con esta droga provocaron la muerte de más de 108,000 personas. Aunque el aumento en las muertes se desaceleró, las cifras siguen siendo alarmantes, superando las 200 muertes diarias. Este contexto global contrasta con la aparente incapacidad de las autoridades locales para contener el flujo de estas sustancias en Medellín y otras áreas del Valle de Aburrá.
El surgimiento de los “Pupy Narcos” y la internacionalización del tráfico
El viernes 28 de abril de 2023, las estructuras armadas ilegales de Medellín y el Valle de Aburrá, reconocidas como unas de las más poderosas y organizadas de Colombia, anunciaron la “suspensión de todo tipo de hostilidades, confrontación o disputas”. En ese mismo comunicado, se comprometieron a contribuir a la lucha contra el fentanilo, un opioide sintético responsable de miles de muertes por sobredosis y cuya expansión continúa amenazando América Latina.
El fentanilo se ha consolidado como una de las principales fuentes de rentabilidad económica para las organizaciones criminales, destacándose entre ellas la denominada «Nueva Generación», conocida como los “Pupy Narcos”. Este grupo está liderando la producción y distribución de drogas sintéticas en Medellín, incluyendo el letal «Tuci brutal». Según informes, algunos grupos controlados por estructuras armadas organizadas ilegales estarían patrocinando esta producción, desafiando incluso órdenes internas emitidas por La Oficina desde 2023. Actualmente, el mercado local ya cuenta con más de 43 marcas de esta mezcla peligrosa.
Los “Pupy Narcos” han ampliado su influencia mediante alianzas con redes de la Delincuencia Organizada Transnacional (DOT), incluyendo cárteles mexicanos, europeos y organizaciones criminales venezolanas. Estas colaboraciones buscan fortalecer la producción y distribución de drogas sintéticas. Como resultado, se han instalado laboratorios clandestinos en Medellín y otras zonas estratégicas, donde se fabrican sustancias como el “Tuci brutal”, una combinación mortal de ketamina, éxtasis y fentanilo.
Un caso ilustrativo de esta internacionalización involucra a delegados del crimen organizado venezolano provenientes de Maracaibo, quienes llegaron a Medellín para cerrar un negocio de más de 20 kilos de «Tuci brutal». Posteriormente, contrataron «cocineros» locales para trasladarlos a Venezuela, donde continuarían la producción del narcótico, demostrando el creciente alcance y sofisticación de estas redes criminales.
Impacto humano y social del fentanilo
La producción y consumo de sustancias como el fentanilo tienen consecuencias humanas y sociales profundamente alarmantes. Expertos advierten que, una vez que un narcótico de esta naturaleza comienza a producirse en un país, inevitablemente termina inundando sus calles, lo que desencadena un mercado interno caracterizado por miles de adictos y un aumento significativo en las muertes por sobredosis.
¿Está Medellín entrando en esta órbita de adicción y muertes? Todo parece indicar que sí. Esta preocupante realidad se desarrolla ante la aparente indolencia de las instituciones encargadas de prevenir y contener esta creciente crisis.
Colombia en el centro de la lucha global contra el fentanilo
El impacto del fentanilo va más allá de los mercados locales, y Colombia no es ajena a esta problemática. El país podría posicionarse en el centro de la lucha global contra el narcotráfico, particularmente en lo que respecta a las drogas sintéticas.
La creciente producción y exportación de fentanilo han generado alarmas internacionales, especialmente en Estados Unidos, donde esta droga ha causado estragos en la sociedad. Con la llegada de Donald Trump al poder, se anticipa una intensificación de la presión sobre los países latinoamericanos para combatir la producción y tráfico de este opioide sintético. Esta amenaza representa no solo un desafío para las autoridades locales, sino también un factor de alta tensión en las relaciones internacionales.
No obstante, la lucha contra el fentanilo en Colombia enfrenta desafíos complejos. La presencia de estructuras armadas organizadas, tanto en zonas urbanas como rurales, y su capacidad para adaptarse rápidamente a las nuevas demandas del mercado global, representan un obstáculo significativo para los esfuerzos de las autoridades. Estos factores dificultan la contención de esta amenaza y refuerzan la necesidad de estrategias más efectivas y coordinadas a nivel nacional e internacional.
La droga zombi y la emergencia de los “Pupy Narcos” en Medellín
El fentanilo, conocido como la «droga zombi», no es una amenaza reciente en Medellín. Desde haceaños, se han reportado señales de su creciente entrada en la ciudad, a pesar de que inicialmente se trató de minimizar su presencia como un mito urbano. Tampoco es un negocio controlado por la vieja escuela criminal representada por La Oficina del Valle de Aburrá o estructuras independientes como los Triana y El Mesa, como han sugerido algunos analistas y políticos. En realidad, una nueva generación de poder ilegal está emergiendo: los “Pupy Narcos”.
Infiltración digital y nuevas estrategias de distribución
Estas bandas han revolucionado el mercado de drogas al incursionar en el ámbito digital. Utilizan plataformas de redes sociales para ofrecer una variedad de sustancias, desde marihuana exótica y drogas comestibles hasta compuestos sintéticos altamente peligrosos, como el «Tuci brutal». A través de estas redes, coordinan la distribución de drogas a domicilio con total discreción, gestionando detalles como cantidades y precios, y minimizando los riesgos asociados con la prohibición y el tráfico tradicional.
Un dato revelador es que muchos de los presuntos integrantes de estas bandas mantienen empleos formales. Esta fachada les permite encubrir sus actividades ilícitas y operar con menor sospecha, lo que refuerza su capacidad para mantenerse activos en el mercado clandestino sin atraer la atención de las autoridades y de la Oficina.
Desconexión institucional y expansión del problema
A pesar de los compromisos oficiales para intensificar las acciones contra el narcotráfico, la mezcla mortal, el «Tuci brutal», continúan proliferando en las calles de la ciudad metropolitana de Medellín. Esto refleja una desconexión entre las estrategias institucionales y la realidad que enfrentan los ciudadanos.
El problema se agrava debido a la falta de datos claros sobre la dimensión del fenómeno. Hasta ahora, la institucionalidad desconoce en qué comunas, corregimientos y municipios aledaños se concentra la distribución, venta y consumo del “Tuci brutal”. Sin esta información, es imposible implementar planes de prevención efectivos para contener su expansión. ¿Por qué seguir ocultando lo evidente?
Advertencias a las organizaciones armadas ilegales
Las organizaciones criminales colombianas y los grupos del crimen urbano en Medellín deben reflexionar sobre las implicaciones de involucrarse en el tráfico de fentanilo. Si Estados Unidos ya ha perseguido con rigor a los traficantes de cocaína a través de la DEA, incursionar en el comercio de esta droga sintética solo intensificará esa persecución.
Además, las posibilidades de negociar acuerdos judiciales en las cortes federales estadounidenses disminuirán drásticamente, aumentando significativamente los riesgos legales para quienes opten por ingresar a este mercado letal. Con la llegada de Donald Trump al poder, y sus declaraciones públicas sobre su compromiso de combatir el fentanilo, parece claro que este enfoque será llevado a cabo con determinación.
A.U.