Antioquia, Colombia, 2 diciembre de 2021.- El cadáver de Luna fue visto en la mañana de este miércoles 1 de diciembre de 2021. Su cuerpecito yacía pico abajo, en el piso frío, inerte, las alas recogidas, sus paticas pegadas a su vientre. Murió por la bulla, de susto, o por estrés, en todo caso, por la pólvora, por diciembre, por la indolencia, el egoísmo, la apatía, por la estulticia humana.
Los responsables de su muerte no pagarán por ello. Las autoridades no investigarán. No lo saben siquiera. No hubo inspección técnica en el Santuario La Voz de Goyo, donde Luna dejó de existir.
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Luna representa a todos aquellos animales que no descansan en cada alborada, aquellos que sufren, que temen, que tiemblan. Que mueren.
Pocos lo saben, pocos se enteran, pero miles de animales fallecen por el ruido de la pólvora.
Juan Esteban Builes Sánchez, fundador del santuario La voz de Goyo en Fredonia, fue quien relató lo que ocurrió con Luna. Lo hizo en la red social Instagram. En ese lugar se reciben animales de cualquier especie, principalmente aquellos que padecen la explotación de la industria animal.
En su portal de internet, el periódico El Suroeste indica que en Antioquia hay tres santuarios veganos: Campamento Lechuga en Támesis @campamentolechuga, La voz de Goyo en Fredonia @lavozdegoyo y Second Chances en El Retiro, Oriente antioqueño @secondchances1433
Así manifestó su dolor Juan Esteban al saber lo que ocurrió con Luna, la cantarina, la soprano, la mejor contadora de secretos. Descansa en paz, nosotros no te conocimos, pero lamentamos profundamente tu muerte.
“Cada año lanzamos una plegaria, aunque esta palabra suene exagerada, para que no haya alborada, para que como por un milagro del universo los humanos pensemos en otros seres que están indefensos ante el horror de la pólvora…”.
“Cada año hacemos campaña (en nuestros distintos perfiles del equipo de La voz de goyo) y por todos los medios posibles para intentar llevar un mensaje de conciencia… Y cada año esperamos la llegada del 1 de diciembre con el temor de encontrarnos sorpresas dolorosas cuando asome el sol…”.
“Hoy la víctima de la estupidez humana fue Luna y lloramos su muerte como lloramos la angustia de tantos animales que no comprenden la razón de ese absurdo bombardeo nocturno, y que mueren por un motivo tan banal como la «celebración» porque llegó diciembre con su alegría…”.
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“Si bien intentamos que el odio no nos habite, lidiar con estas situaciones, que bien podrían evitarse, nos duele muchísimo y una rabia incontenible se pone de manifiesto”.
“En medio de nuestra disonancia cognitiva somos capaces de argumentar que diciembre es un mes de paz, amor, alegría, mientras lo celebramos en una masacre y una guerra contra todas las demás especies”.
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“Luna nos acompañó por 16 años, fue el primer animal rescatado cuando La voz de Goyo no era siquiera un santuario y sí un lugar de explotación…”.
“Tenía una personalidad increíble, siempre cantarina, nuestra soprano favorita, la mejor contadora de secretos, la devota supervisora de brotes de mandarina de su árbol-casa; siempre tan vital y a su manera, cariñosa… Ella era una diva y nosotros no nos resistimos a su encanto y la amamos muchísimo…”.
“Descansa en paz Luna, seguiremos trabajando hasta el último día –aun así, con toneladas de desesperanza encima- para contagiar a otros de algo que a nuestra especie le falta sin duda: empatía”.
