Los delincuentes, aprovechando que sus víctimas perdían la conciencia, saqueaban sus cuentas bancarias y se apropiaban de sus elementos de valor. Pero ahí no terminaba todo. El desconocimiento de los efectos nefastos que produce ese alcaloide, cuya sobredosis puede causar delirio, parálisis, estupor y la muerte, hizo que en muchos casos sus víctimas perdieran la vida y se vieran obligados a abandonar los cadáveres en las afueras de la ciudad o en alguna banca.
De acuerdo con las declaraciones del comerciante, el procesado era el encargado de custodiarlo en varios lugares donde estuvo cautivo. Señaló que una vez lo cortó con una cuchilla en la espalda mientras otro de sus cómplices realizaba un video, el cual fue enviado a su familia para presionar el pago del rescate.
Jairo Antonio Rodas era ingeniero administrativo y estudiante de un doctorado en Industria y Organizaciones. Se desempeñaba como profesor del Instituto Tecnológico Metropolitano y de la Universidad Nacional, sede Medellín.
Pablo Emilio Agudelo fue sentenciado por el punible de feminicidio agravado. La defensa del procesado apeló la decisión de primera instancia ante el Tribunal Superior de Medellín.