Camino lento

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Por Maveza 

Definitivamente, la implementación del acuerdo de paz me ha recordado un pedazo de una excelente canción que Piero dedicaba a su padre; en uno de sus apartes expresaba: «Ahora ya caminas lerdo, como perdonando el tiempo». Lamentablemente, la realidad política del país no permite «perdonar el tiempo» y, por el contrario, encuentra plena aplicación el refrán: «el tiempo perdido lo lloran los santos»; valga aclarar que el dicho popular se refiere a los que la iglesia católica denomina «los elegidos de Dios» y no a la dinastía de los Santos a la que pertenece el actual presidente de Colombia.

Volviendo al tema que nos ocupa, es de resaltar que el fast track, mecanismo que permitiría una ágil implementación de lo que se acordó en La Habana, ha resultado un gran fracaso, como consecuencia de la perversa estrategia de los congresistas que se oponen al proceso de paz, así como de la politiquería, la corrupción y la falta de compromiso del Gobierno nacional. Según la revista Semana: «El balance es bastante desolador. En 11 meses de este año, el Congreso solo aprobó 9 normas, de más de 40, para desarrollar el acuerdo de paz. Y tiene apenas un mes para sacar adelante otras 11 que están entrando a debate. Además, faltan 5 por presentar».

De un lado se encuentran las bancadas de los partidos políticos, como el Centro Democrático, que desde el inicio de las conversaciones con la guerrilla se han opuesto férreamente al proceso de paz y han recurrido a infinidad de estratagemas con el fin de torpedear el normal desarrollo del mismo; para nadie es un misterio que incluso en la campaña para el plebiscito del 2 de octubre del año pasado y según lo manifestó el gerente de la campaña del NO, Juan Carlos Vélez, ellos recurrieron a la mentira, la emotividad y el enojo de los colombianos para manipular la opinión pública. Igual ha sucedido con los debates en las comisiones y plenarias de Senado y Cámara, donde —a través de los impedimentos y el ausentismo—, además de oponerse a todos y cada uno de los proyectos de ley que permitirían la implementación de lo pactado, han retrasado el trámite de los mismos.

No obstante, la anterior era una situación previsible, más aún si se tiene en cuenta el ideario político del partido ya mencionado; lo que no se esperaba, era que partidos que hasta el momento habían hecho parte de la coalición del Gobierno, y que gracias a ello habían disfrutado de las mieles del poder, como es el caso de Cambio Radical, partido liderado por Germán Vargas Lleras, quien hasta hace muy poco fuera el vicepresidente de la República y encargado del desarrollo del proyecto más ambicioso del gobierno actual, el de la infraestructura vial. Extraña la argucia del mencionado, quien permaneció agazapado en el gobierno y supuestamente como bastión de las actuaciones del presidente Juan Manuel Santos, pero como por arte de magia, al renunciar a su cargo cambia drásticamente de postura y se convierte en un ácido detractor del Acuerdo de Paz, arrastrando  tras de sí a toda la bancada de su partido en el Congreso y generando la conveniente metamorfosis de la misma.

Similar situación se presenta con los miembros del Partido Conservador quienes, como ya nos tienen acostumbrados, en el preludio de las elecciones mutan a seres sibilinos e indescifrables, tratando con ello de llegar indemnes al partidor electoral y en ese preciso momento definir su rumbo ideológico de acuerdo con los virajes de la opinión pública. Sin embargo, y según la revista Semana, al parecer en la actualidad existen otros motivos de reticencia de la bancada conservadora en el Congreso y es precisamente la situación del nombramiento de un liberal como Ministro de Vivienda, cuota burocrática que consideraban asegurada y, sumado a ello, el hecho de que al Gobierno parece habérsele agotado la mermelada y los ofrecimientos de contratos y demás parecen estar congelados.

Igual, se han mencionado otros motivos como la desidia del Gobierno nacional, el interés de algunos grupos políticos de convocar a una asamblea nacional constituyente; incluso, no se descarta la teoría de la conspiración, en el sentido de haberse fraguado desde el principio, un engaño a las FARC —hoy la FARC—. En última instancia lo que se podría concluir es que el odio, la politiquería, el clientelismo, la corrupción, el oportunismo electoral, entre otros factores, están por dar al traste con el que se puede considerar el paso más importante hacia una verdadera reconciliación nacional. Esperemos que los intereses particulares de los «padres de la patria» coincidan con los intereses generales, ya que esa sería la única vía para retomar el «camino rápido».

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