Valle del Cauca: una guerra que no acaba

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Por: Yurany Alzate (@yuranyAlzate1)

Valle del Cauca, 16 octubre de 2021.- El Valle del Cauca es un punto vital de conexión con el Pacífico, el Eje Cafetero y el centro del país. Es un departamento que en un inicio  sufrió la violencia entre liberales y conservadores y  después la del  conflicto armado interno y el surgimiento del fenómeno del narcotráfico y sus aparatos armados.

Según el  Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) desde el punto de vista ambiental, el departamento se enmarca territorialmente en tres ecoregiones estratégicas: Pacífico, Andina y de Valle, a partir de la cuenca conformada por el río Cauca. Esta ubicación le proporciona una serie de condiciones particulares que dotan a la región de una diversidad de ecosistemas, pero esta riqueza es afectada negativamente debido a diferentes factores como:

  • Sobreexplotación de los recursos naturales.
  • Ampliación desordenada de la frontera agrícola.
  • Localización y realización de actividades económicas sin consideración de sus efectos ambientales.
  • Debilidad de las políticas de ordenamiento territorial.
  • Escaso control y pocos incentivos para la protección del medio ambiente.
Foto de Ciudad Región.

Así está distribuido el Valle del Cauca:


Fuente: Informe de Desarrollo Humano Valle del Cauca- 2008.

En los últimos 30 años se ha configurado en este departamento una nueva territorialidad regida por narcotraficantes y sus grupos armados. Lo cual trajo consigo el uso de violencia extrema contra la población rural y urbana: 100 masacres entre 1986 y 2012; más de 1.600 secuestros entre 1996 y 2012; más de 1.000 asesinatos selectivos entre 1981 y 2012; y más de 200.000 personas desplazadas entre 1984 y 2012, indican desde el Centro Nacional de Memoria Histórica en la investigación llamada Patrones y Campesinos: tierra, poder y violencia en el Valle del Cauca (1960-2012)

(Puede leer: Antioquia: entre el abandono estatal y los grupos armados)

También afirman en dicha investigación, que la quiebra de la economía cafetera en ese departamento posibilitó la consolidación del orden narcotraficante a nivel regional, la concentración de propiedades por distintos métodos, así como la reconversión productiva en el uso del suelo incidiendo este aspecto en el empleo y la reconfiguración del espacio rural, el cambio del paisaje y la desaparición de veredas, promoviendo la emigración y el desplazamiento forzado de población campesina.

No es un secreto que la región del Pacífico ha sufrido la violencia históricamente. Uno de los motivos es que tiene una posición muy estratégica, ya que los cuatro departamentos que la componen, es decir Chocó, Valle, Nariño y Cauca,  tienen salida al mar y eso facilita la conexión con otros países lo cual permite sacar o ingresar mercancía legal o ilegal.

Por esa razón, este departamento es un lugar codiciado por grupos al margen de la ley y tienen el objetivo de extorsionar y controlar la economía ilegal o rutas del narcotráfico de esa zona del país.

Creación y zonas de influencia frentes guerrilleros FARC y ELN en el Valle del Cauca (década del 90)

Además de eso, es necesario resaltar que según el Centro Nacional de Memoria Histórica, en los departamentos del Pacífico hay una gran cadena de valor del negocio de la coca: desde cultivos y laboratorios de procesamiento en el Cauca, Nariño y Valle hasta la salida a otros países en Buenaventura, Tumaco y Chocó.

Evolución cultivos de coca Valle del Cauca (2000-2011)

Además, en la página 279 de la investigación realizada por el CNMH afirman que en la entrada paramilitar los intereses eran territoriales superando los contrainsurgentes. “La necesidad de control de las zonas de cultivos, las rutas de acceso y salida de coca. Y obviamente el negocio de las armas. En eso tienen responsabilidad los negociantes azucareros que buscan cuidar el azúcar que va por la vía férrea. En el centro y norte del Valle está determinado por esa lógica. Los paracos fueron como unos vigilantes de barrio para la cuadra en toda la zona plana del Valle. Para esos años la guerrilla se replegó”.

(También le puede interesar leer: Chocó: entre la guerra, la desigualdad y el abandono estatal)

Es decir, según la CNMH, la  entrada paramilitar en el Valle del Cauca fue una expresión de resistencia y reacción de las nuevas élites a la incursión guerrillera, para garantizar “la seguridad” sobre los territorios de interés local y regional, proveyendo financiación. Se garantizó, además, el funcionamiento y consolidación de la industria del narcotráfico y su orden social y territorial.

Creación de frentes paramilitares y zonas de influencia en el Valle del Cauca (década del 2000)

El panorama del Valle del Cauca en la actualidad no es muy alentador. Décadas después de la caída de los grandes carteles de este departamento, y cuatro años tras la firma del Acuerdo de Paz han regresado las masacres, los secuestros, atentados y homicidios selectivos.

En enero, por ejemplo, cinco jóvenes fueron asesinados en Buga en una finca de recreo. En marzo, tres militares y un policía que acompañaban al alcalde de Tuluá en una actividad en la zona rural resultaron heridos cuando, al pasar en el carro que se movilizaban, fueron activados unos explosivos.

En ese mismo mes  un  CAI de la Policía de Tuluá fue atacado con explosivos, cuatro días después de esto, fue secuestrado Jimmy Mejía, un empresario del sector azucarero, mientras transitaba por el municipio de Andalucía al norte del departamento, su camioneta fue quemada. Y  el 27 de marzo, se presentó otra masacre, cuatro personas en Cartago, al norte del Valle. Al día siguiente se registró una más, esta vez en zona rural de Jamundí.

(Leer: Ríos de Mercurio: del envenenado Chocó a los lujos de Miami)

Ante estos hechos de  violencia en el Valle del Cauca, la Silla Vacía indicó que el secretario de seguridad del Valle, Camilo Murcia, afirmó que en el departamento se han identificado siete grupos ilegales entre los que están: EPL, ELN, disidencias como la Jaime Martínez, Dagoberto Ramos y Adán Izquierdo, y las bandas delincuenciales La Local y La Empresa (que están en Buenaventura), los cuales son responsables de la inseguridad en esa zona del país.

Además, resaltaron que “el narcotráfico juega un papel importante, pero en cada subregión del departamento los actores y las dinámicas son distintas. Mientras en el norte del Valle la violencia es más centrada en el microtráfico, en el centro está sucediendo por la presencia de la disidencia Adán Izquierdo mientras que el sur, en especial Jamundí, recibe los coletazos de lo que sucede en el Cauca, parte de eso se ve reflejado en los cultivos de coca que hay en la zona rural y la presencia de la disidencia Jaime Martínez”.

En el Norte del Valle del Cauca, hay presencia del Ejército Popular de Liberación (EPL) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) su mayor  incidencia está entre los municipios de Bolívar y El Dovio. Y además, es el microtráfico el que más golpea esa zona del departamento, en especial a Cartago.

En los municipios de San Pedro, Sevilla, Buga, Bugalagrande y en especial Tuluá, ubicados en el centro del departamento,  opera la disidencia de las Farc Adán Izquierdo,  que ha tenido más protagonismo en el Valle en los últimos meses y es señalada por las autoridades  de la masacre de los jóvenes en Buga.

En el sur, en especial en el municipio de  Jamundí, tiene presencia la disidencia Jaime Martínez. Ahí también influye la cercanía con el norte del Cauca donde hay presencia de la disidencia Dagoberto Ramos.

(Le puede interesar: Suroeste de Antioquia: la nueva tierra paramilitar)

El Valle del Cauca en 2019, según informó la ONU, tenía 2329 hectáreas de coca cultivadas, más del doble del año anterior. Solo Jamundí tenía más de la mitad de estos cultivos. Una razón más para que se mantenga la violencia en ese departamento.

La guerra continúa en el departamento del suroeste de Colombia, una guerra que deja en medio a la comunidad civil, a las y los líderes sociales y sobre todo a las personas que se atreven a denunciar casos de corrupción o el actuar de los grupos al margen de la ley en la región, ejemplo de ello, fue el asesinato del periodista Marcos Efraín Monsalvo, en Tulúa, Valle del Cauca.

Como resultado de un Estado ausente que no atiende los llamados de la comunidad, queda la guerra, la muerte, el miedo, la zozobra y los desplazamientos forzados. Hoy el Valle del Cauca continúa siendo un departamento donde la lucha por la economía ilegal y sobre todo por el territorio, amenaza a las personas que habitan esa zona del país.

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